El origen de la perpetuación de todos los males bajo la tiranía revolucionaria castrista.
Kakistocracia es un término que se refiere al gobierno de los peores, es decir, de aquellos que carecen de capacidad, moral o ética para ejercer el poder. Es una forma de gobierno que se caracteriza por la corrupción, la incompetencia, el abuso y la tiranía. La kakistocracia es lo opuesto a la meritocracia, donde los mejores son los que gobiernan.
La palabra kakistocracia proviene del griego kakistos, que significa “el peor”, y kratos, que significa “poder” o “gobierno”. El término fue acuñado por el escritor inglés Thomas Love Peacock en su novela Crotchet Castle, publicada en 1831. En ella, uno de los personajes dice: “No vivimos bajo una democracia, sino bajo una kakistocracia”.
“Castrokracia” es un neologismo, un término que combina las palabras “Castro” y “kakistocracia“. La primera se refiere a la familia que ha gobernado Cuba desde 1959, cuando Fidel Castro lideró la revuelta que derrocó al dictador Fulgencio Batista. La segunda proviene del griego “kakistos“, que significa “el peor“, y “kratos“, que significa “poder”. Así, una kakistocracia es un gobierno formado por los peores elementos de una sociedad, los más corruptos, ineptos e inmorales. La castrokracia, entonces, es un gobierno que reúne lo peor de ambos conceptos: el nepotismo, el autoritarismo, el dogmatismo y la incompetencia.
La Castrokracia es una versión maquiavélica de una kakistocracia que afecta al pueblo cubano. Se trata de deformación inescrupulosa que representa la peor de las versiones, una especie de red o secta mafiosa que transforma toda institución en organización criminal. De esta forma no representa solo una forma de gobierno, sino también una condición social que afecta a todos los ámbitos de la vida del cubano.
Bajo el régimen castrokrático, la sociedad se ve sometida a la arbitrariedad, la injusticia, la violencia y la opresión. Los derechos humanos son pisoteados, la libertad de expresión es censurada, la educación es manipulada, la cultura es degradada y la economía es saqueada. Si bien se considera a la kakistocracia como el origen de todos los males que aquejan a las naciones bajo un régimen totalitario.
Como forma extrema de kakistocracia, la castrokracia, donde el poder se concentra en una sola persona o partido, que ejerce un control absoluto sobre todos los aspectos de la vida pública y privada de la nación. se esgrime sobre la base al culto a la personalidad del líder, la propaganda, el terrorismo de estado, la represión política y social, y la eliminación de toda oposición y disidencia.
La historia muestra numerosos ejemplos de kakistocracias totalitarias que han causado enormes sufrimientos y daños a sus pueblos y al mundo. Algunos de ellos son el nazismo en Alemania, el estalinismo en la Unión Soviética, el maoísmo en China, el castrismo en Cuba, el chavismo en Venezuela y el kimismo en Corea del Norte.
El marco teórico de la castrokracia pinta una imagen de un modelo fallido y obsoleto que no representa los intereses o aspiraciones de la población cubana, sino que sólo sirve a los intereses de una élite privilegiada y parásita. Esta élite se aferra al poder a expensas del sufrimiento y el sacrificio de millones de ciudadanos cubanos.
Las características generales distintivas de una kakistocracia pueden incluir las siguientes:
1. Incompetencia generalizada: Los líderes en una kakistocracia a menudo carecen de las habilidades, el conocimiento y la experiencia necesarios para desempeñar eficazmente sus deberes. Como resultado, su gobierno tiende a ser ineficiente e ineficaz.
2. Falta de mérito: Los puestos de liderazgo se otorgan sin tener en cuenta el mérito, la capacidad o la calificación, a menudo por nepotismo, favoritismo o azar.
3. Corrupción: Dado que los líderes en una kakistocracia a menudo carecen de ética y no están calificados para sus roles, la corrupción puede ser rampante. Esto podría tomar muchas formas, incluyendo el nepotismo, el favoritismo, el soborno y el fraude.
4. Falta de responsabilidad: En una kakistocracia, los líderes a menudo evitan la responsabilidad por sus acciones y decisiones. Esto puede ser debido a una falta de transparencia, un sistema de justicia débil o la falta de medios eficaces para hacerlos responsables.
5. Fracaso en la prestación de servicios: En una kakistocracia, la incapacidad de los líderes para desempeñar adecuadamente sus roles puede llevar a un fracaso en la prestación de servicios esenciales a los ciudadanos. Esto puede incluir cosas como la educación, la atención sanitaria, la infraestructura y más.
6. Mala gestión de los recursos públicos: Los recursos del estado son mal administrados, a menudo debido a la incompetencia o la corrupción, lo que lleva a una ineficiencia económica y una mala prestación de servicios.
7. Desinterés por el bienestar público: Los líderes a menudo se preocupan más por mantener su poder y privilegios que por el bienestar de la población que gobiernan.
8. Falta de transparencia y rendición de cuentas: La transparencia en la toma de decisiones y la rendición de cuentas son a menudo escasas, una farsa o inexistentes.
9. Insatisfacción y descontento público: Dada la corrupción e incompetencia que a menudo se ven en una kakistocracia, no es sorprendente que a menudo haya un alto grado de insatisfacción y descontento entre la población.
10. Pérdida de confianza en las instituciones: En una kakistocracia, la falta de liderazgo efectivo y la corrupción generalizada pueden llevar a una pérdida de confianza en las instituciones gubernamentales.
Esa dicotomía entre las promesas propagandísticas y la dolorosa realidad de la castrokracia sustenta un examen crítico de los impactos a largo plazo del régimen en la sociedad cubana y su posible trayectoria futura. La castrokracia bajo el totalitarismo está definida por una serie de características políticas y estructurales negativas que ejemplificaré a continuación:
1. Centralización del poder: En una kakistocracia con un sistema totalitario comunista, el poder puede estar concentrado en manos de una única figura, como un dictador, o en un pequeño grupo de élite. Este grupo tiene la capacidad de tomar decisiones sin la necesidad de un consenso más amplio o la aprobación del pueblo. Fidel Castro ejerció un poder casi absoluto durante décadas, y su hermano Raúl asumió un papel similar después de él. En la actualidad, el denominado Diaz-Canel ha sido designado a dedos por la cúpula castrista. Otro ejemplo de esto podría ser la Corea del Norte bajo la dinastía Kim, donde el poder está altamente centralizado.
2. Falta de transparencia y rendición de cuentas: Las decisiones gubernamentales y las políticas se realizan a puerta cerrada, sin la participación ni la comprensión de la población en general. Esto permite el robo de fondos públicos, el enriquecimiento personal y otras formas de corrupción. El régimen totalitario castrista ha sido ampliamente criticado por la falta de transparencia y por su corrupción institucional. Otro ejemplo de esto podría ser la corrupción generalizada que ha sido reportada en varios países, como en la Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro.
3. Supresión de toda disidencia: En el castrismo, la crítica al gobierno está prohibida y suele ser castigada con represión política, encarcelamiento y violencia. Muchos disidentes han sido encarcelados a lo largo de los años y se han reportado que las violaciones de los derechos humanos representan la norma para el régimen. También es el caso de China, donde las críticas al gobierno comunista a menudo son censuradas y los disidentes suelen ser detenidos.
4. Corrupción generalizada: En una kakistocracia, la corrupción a menudo está arraigada en todos los niveles del gobierno. Bajo la castrokracia la corrupción es sistémica, afectando a la totalidad de las instituciones. Esto puede manifestarse en sobornos, nepotismo, fraude y otras formas de corrupción. Cuba al igual que la antigua Unión Soviética ha sido ampliamente denunciada por el alto nivel de corrupción institucional.
5. Manipulación de la economía: Un gobierno centralizado de este tipo, controla los recursos del país y utiliza la economía para su propio beneficio. Esto se evidencia por el control estatal de las industrias, y la asignación de recursos al servicio de las necesidades del régimen. Cuba, tiene una economía altamente controlada por el estado, con prácticamente todas las industrias estatizadas, y dirigidas por una élite política.
6. Violación de los derechos humanos: Los gobiernos autoritarios y totalitarios a menudo son conocidos por violar los derechos humanos de sus ciudadanos, incluyendo el derecho a la libertad de expresión, la libertad de reunión, el derecho a un juicio justo, etc. Las organizaciones internacionales de toda índole y el exilio cubano han criticado regularmente al régimen castrista por sus violaciones de los derechos humanos.
7. Culto a la personalidad: Como en muchas kakistocracias, bajo la castrokracia se puede observar la presencia de un culto a la personalidad alrededor de los líderes. Estos cultos pueden tomar la forma de una adoración excesiva y la presentación de los líderes como infalibles. Un ejemplo clásico de esto fue la Unión Soviética bajo Stalin, donde se produjo un intenso culto a la personalidad del líder. También había un fuerte culto a la personalidad alrededor del dictador Fidel Castro, y en menor medida, de Raúl Castro.
8. Control de los medios de comunicación: En un régimen totalitario, el gobierno a menudo tiene un control estricto sobre los medios de comunicación. Esto puede incluir la censura de noticias y opiniones que son críticas con el gobierno, así como la promoción de propaganda estatal. La República Popular de China, por ejemplo, mantiene un control considerable sobre los medios de comunicación. El régimen castrista por su parte controla la totalidad de los medios de comunicación nacionales y sus ecos los acreditados, encargados de promover la propaganda castrista y censurar las voces disidentes.
9. Educación politizada: En una kakistocracia, la educación puede ser utilizada como una herramienta de propaganda, con el currículo escolar a menudo sesgado para promover la ideología del estado y para inculcar la lealtad al gobierno. Un ejemplo de esto podría ser la Alemania Oriental (RDA) durante la Guerra Fría, donde la educación era fuertemente politizada. La educación en Cuba ha sido una herramienta de adoctrinamiento sistemático para inculcar la ideología castro-comunista.
10. Purga de opositores políticos: En un estado totalitario, a menudo se llevan a cabo purgas para eliminar a los opositores políticos, que pueden ser considerados una amenaza para el poder del gobierno. Esto puede incluir la eliminación física, como asesinatos o encarcelamientos, o puede implicar la expulsión de personas de posiciones de poder. Un ejemplo notorio de esto fueron las purgas estalinistas en la Unión Soviética.
La castrokracia por su parte ha perfeccionado su maldad creativa, siéndole más rentable la coacción, extorsiones, persecuciones políticas y linchamientos públicos. Con un modus operandi mafioso como organización criminal la policía política (Seguridad del Estado) realiza el trabajo sucio para el sistema. Es así como a lo largo de más de seis décadas, ha habido varias purgas de opositores políticos en Cuba, con numerosos informes de detenciones, encarcelamientos, torturas y exilio forzoso.
11. Limitaciones a la libertad de movimiento: En el régimen castrista, los ciudadanos enfrentaron restricciones significativas para viajar al extranjero hasta las reformas parciales implementadas en 2013. En las que aún queda las sombrías ejecuciones de los “regulados”, como forma arbitraria y permanente de presión política.
12. Control de la información del Internet: El acceso a Internet en Cuba ha sido históricamente limitado y controlado por el estado, independientemente de los avances recientes en la accesibilidad en su mayoría por presión internacional, e interna.
13. Control estricto sobre el sistema judicial: En un régimen totalitario, el sistema judicial consigue estar sometido al control del partido en el poder, perdiendo su independencia. En Cuba, la independencia del sistema judicial ha sido cuestionada, con críticos argumentando que los tribunales actúan inmoralmente a favor del Estado.
14. Control de la actividad económica y empresarial: Durante la mayor parte de la era castrista, la actividad económica y empresarial estuvo profundamente controlada por el Estado, con pocas oportunidades para empresas privadas. Y a pesar de que desde 2010, el régimen ha permitido un aparente espacio para la actividad empresarial privada, esta se encuentra fuertemente regulada políticamente.
15. Sistema de vigilancia y espionaje interno: Muchos regímenes totalitarios mantienen sistemas de vigilancia interna para mantener el control sobre la población. En Cuba, se ha demostrado que el régimen ha utilizado sus llamadas “organizaciones de masas” como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), a modo de sistema de vigilancia en función del régimen.
16. Sistema de racionamiento: Para controlar y distribuir los recursos limitados, el régimen castrista implementó un sistema de racionamiento de alimentos y otros bienes básicos, que todavía está en funcionamiento. Este sistema juega un papel fundamental en el lavado de imagen de régimen, en la dependencia del pueblo al Estado/Partido/Líder/Nación y solo termina por socializar la miseria.
17. Limitaciones en la propiedad privada: Durante mucho tiempo, la propiedad privada estuvo muy restringida en Cuba, aunque ha habido anuncios de cambios en esta política en los últimos años, pocas veces son poco más que propaganda.
18. Restricciones a la libertad religiosa: En las primeras décadas de la revolución, el régimen castrista fue oficialmente ateo y hubo restricciones a la práctica religiosa, aunque esto ha cambiado con el tiempo.
19. Política de pleno empleo: En línea con su ideología socialista, el régimen castrista implementó una política de pleno empleo, garantizando un trabajo a cada ciudadano capaz de trabajar, pero como esclavos asalariados, puesto que los salarios y las condiciones laborales han sido motivo de críticas y denuncias por violación de los derechos laborales.
Existen, además, importantes similitudes en la estructura y las tácticas de control que pueden ser comparables entre una secta criminal mafiosa y un sistema centralizado totalitario de partido único, especialmente cuando ese régimen es dirigido por una kakistocracia.
1. Liderazgo indiscutible y autoridad centralizada: Tanto en una organización mafiosa como en un estado totalitario, hay una figura o grupo de figuras en la cima que ejerce un control absoluto. En una mafia, esto puede ser un jefe o “capo“, mientras que, en un estado totalitario, esto puede ser un líder político, como un presidente o primer ministro, o un grupo centralizado de líderes, como un comité central del partido. La autoridad de estos líderes no suele ser cuestionada abiertamente dentro de la organización o el estado. Durante la época de Fidel Castro y luego con su hermano Raúl Castro, el liderazgo ha sido indiscutible y la autoridad está fuertemente centralizada en la figura del líder y su círculo interno.
2. Culto a la personalidad: En muchas organizaciones mafiosas y en estados totalitarios, los líderes pueden ser objeto de un culto a la personalidad, donde se espera que los miembros o ciudadanos muestren una lealtad absoluta y una adoración casi reverencial hacia el líder o los líderes. El culto a la personalidad de Fidel Castro fue una característica distintiva del régimen. La personalidad carismática de Castro y su posición como un líder revolucionario fueron promovidos extensivamente en los medios estatales e inculcados a todos los niveles de enseñanza.
3. Control del disenso: Ambas organizaciones buscan minimizar o eliminar el disenso. En la mafia, la desobediencia puede resultar en castigos severos. Del mismo modo, los regímenes totalitarios suelen ser implacables en la persecución y represión de disidentes. El régimen castrista es conocido por su dura represión de los disidentes, con detenciones frecuentes de periodistas independientes, activistas de derechos humanos y opositores políticos.
4. Corrupción e ilegalidad: En el caso de una organización mafiosa, la ilegalidad es inherente a su naturaleza. En un estado totalitario dirigido por una kakistocracia, el estado puede comprometerse en actividades ilegales o inmorales para mantener y consolidar su poder. A pesar de las proclamaciones oficiales de moralidad y legalidad, la castrokracia ha sido acusada de involucrarse en actividades ilegales, incluyendo narcotráfico, para mantener y consolidar su poder.
5. Control de la economía: Ambas organizaciones pueden buscar controlar y manipular la economía para su beneficio. Las mafias a menudo buscan infiltrarse en sectores legítimos de la economía para lavar dinero y consolidar su poder. En un estado totalitario, el gobierno puede controlar los medios de producción y las principales industrias. En Cuba, la castrokracia controla a través del Estado las principales industrias y el sistema bancario, y la actividad económica privada ha sido históricamente limitada y fuertemente regulada.
6. Control de la información: Las organizaciones mafiosas a menudo operan en secreto y buscan controlar la información dentro y fuera de la organización. De manera similar, los estados totalitarios suelen controlar los medios de comunicación y limitar el acceso a la información para mantener a la población en la oscuridad y limitar la crítica al régimen. Como hemos argumentado antes, la castrokracia controla los medios de comunicación, censurando las voces disidentes y limitando el acceso a fuentes de información externas. Dirige una maquinaria propagandística con ingentes cantidades de presupuestos público.
7. Uso del miedo y la violencia: Tanto las mafias como los regímenes totalitarios pueden usar la violencia y el miedo para mantener a la gente en línea y disuadir la resistencia. El régimen ha utilizado la violencia y el miedo para mantener a la gente en línea, incluyendo detenciones arbitrarias, vigilancia y acoso de los disidentes, linchamientos de la imagen pública y actos de repudio.
8. Sistema de jerarquías y lealtades: Ambas estructuras, la mafiosa y la totalitaria, presentan una marcada jerarquía, donde cada nivel tiene deberes y lealtades específicos hacia sus superiores. Cualquier desafío a la autoridad es castigado severamente. El Partido Comunista de Cuba tiene una estructura jerárquica clara, con lealtades y obligaciones que fluyen hacia arriba desde la base hasta los más altos niveles de liderazgo. También el resto de las instituciones tienen un sistema de compra de voluntades dirigida a los “confiables”, los leales al régimen.
9. Código de conducta y leyes internas: Al igual que las mafias, los regímenes totalitarios suelen tener un código de conducta interno, con normas y regulaciones que son impuestas de manera estricta. Ambos sistemas premian la obediencia y castigan la transgresión. La Constitución de Cuba y otras leyes y regulaciones establecen normas de conducta y lealtad a los lideres, al Estado y al Partido Comunista.
10. Explotación del trabajador: En las mafias, los trabajadores a menudo son explotados, obligados a trabajar en condiciones difíciles y con poca remuneración. En los sistemas totalitarios, los trabajadores como esclavos asalariados pueden enfrentar condiciones similares, con poca libertad para cambiar de empleo o protestar por las condiciones laborales. A pesar de la retórica oficial sobre la justicia social, la mayoría de los trabajadores en Cuba enfrentan bajas remuneraciones y condiciones laborales difíciles.
11. Aislamiento de la comunidad externa: Tanto las sectas mafiosas como los regímenes totalitarios pueden buscar aislar a sus miembros o ciudadanos del mundo exterior. Esto puede ser para mantener un control más fuerte y prevenir la influencia de ideas externas. El régimen ha limitado históricamente el acceso a las influencias extranjeras y ha restringido el viaje al extranjero.
12. Uso de propaganda: Al igual que las mafias pueden usar la propaganda para glorificar sus acciones y reclutar a nuevos miembros, los regímenes totalitarios usan a menudo la propaganda para legitimar su poder y promover su ideología. El régimen ha utilizado la propaganda para promover su visión del socialismo y para criticar a sus adversarios, tanto internos como externos.
13. Infiltración en las instituciones: Tanto las organizaciones mafiosas como los regímenes totalitarios pueden buscar infiltrarse en diferentes instituciones para consolidar su poder. En el caso de las mafias, pueden ser instituciones legales como empresas o cuerpos policiales. En el caso de los estados totalitarios, pueden ser instituciones de la sociedad civil, como sindicatos o grupos de derechos humanos. El régimen castrista ha buscado controlar todas las instituciones de la sociedad, desde los sindicatos hasta los grupos culturales y deportivos.
14. Nepotismo y favoritismo: Tanto en las mafias como en los estados totalitarios, los lazos familiares y las lealtades personales a menudo desempeñan un papel importante en la distribución de poder y recursos. Las relaciones familiares y la lealtad al Partido han sido factores clave en el acceso a las posiciones de poder en Cuba.
15. Economía paralela o subterránea: Las mafias operan economías paralelas a través del contrabando, el tráfico y otras actividades ilícitas. De manera similar, en los estados totalitarios a menudo surgen economías subterráneas como respuesta a las restricciones y la falta de bienes y servicios. En respuesta a la escasez y las restricciones, se ha desarrollado en Cuba una economía subterránea en la que los bienes y servicios se intercambian fuera del control estatal.
Pero ¿cuáles serían las características distintivas de la Castrokracia como forma extrema de kakistocracias?
1. Maquiavelismo: Esta es una referencia a las tácticas políticas que valoran el poder y el éxito por encima de la ética o la moralidad. En el contexto de una “castrokracia”, esto podría significar que los líderes están dispuestos a usar cualquier medio necesario para mantener y consolidar su poder, incluso si eso implica engañar, manipular o explotar a la población o a otros actores políticos. Las manifestaciones del maquiavelismo institucionalizado (estructuras burocráticas del Estado) son las siguientes:
a. Pragmatismo extremo: Se priorizan los resultados por encima de los medios para lograrlos. Esto significa que las acciones que de otra manera se considerarían inmorales o no éticas, como el engaño, la manipulación o incluso la violencia, podrían justificarse si se considera que conducen al “bien mayor” o al beneficio del estado.
b. Realpolitik: Se da prioridad a los intereses y necesidades pragmáticos del estado, incluso a expensas de los valores ideológicos o éticos. Esto puede llevar a decisiones políticas que parecen cínicas o despiadadas, pero se justifican en términos de lo que es “necesario” para la supervivencia o el éxito del estado.
c. Centralización del poder: El maquiavelismo a menudo implica una concentración de poder en manos de un líder o grupo selecto. Esto podría llevar a una burocracia altamente jerárquica y autoritaria, donde el poder se ejerce de manera desigual y se concentra en la cima.
d. Manipulación y control: Un estado maquiavélico podría utilizar técnicas de manipulación para controlar tanto a los funcionarios públicos como a la población en general. Esto podría incluir el uso de la propaganda, la censura, la vigilancia o incluso el miedo para mantener el control y reprimir la disidencia.
e. Falta de transparencia: En un sistema donde el engaño y la manipulación son herramientas aceptables de poder, es probable que exista una falta de transparencia. La toma de decisiones puede estar oculta, y puede ser difícil para los ciudadanos entender realmente las acciones y motivaciones de su gobierno.
2. Servilismo: Este término sugiere que los subordinados en el gobierno, o la población en general, son extremadamente sumisos a los líderes. Esto podría ser debido al miedo, la coacción, el engaño, la manipulación o una combinación de estos factores.
3. Compra de voluntades: Esto implicaría el uso de sobornos, favores, recompensas u otros incentivos para ganar la lealtad o la cooperación de otras personas. Bajo la “castrokracia”, estos medios se utilizan para controlar a los funcionarios del gobierno, a los miembros del partido, a la población o a otros actores políticos.
4. Arribismo: Este término sugiere una fuerte ambición y el deseo de ascender en la jerarquía del poder, incluso si eso requiere acciones inmorales o no éticas. En la “castrokracia”, esto implica la eliminación de rivales políticos, la explotación de la población o la manipulación del sistema político para ganar más poder.
5. Nepotismo: Esto se refiere a la práctica de favorecer a los amigos y familiares en la asignación de puestos de trabajo, contratos, favores y otros beneficios. Para la “castrokracia”, el nepotismo indirecto suele ser una práctica común, lo que permite a los líderes mantener el control del poder dentro de su círculo íntimo.
La “castrokracia“, representa una secta en la que los líderes están dispuestos a usar cualquier medio necesario para mantener y consolidar su poder, incluso si eso implica engañar, manipular o explotar a la población o a otros actores políticos. Esto significa que las acciones que de otra manera se considerarían inmorales o no éticas, como el engaño, la manipulación o incluso la violencia, podrían justificarse si se considera que conducen al «bien mayor» o al beneficio del estado. Esto lógicamente incluye el uso de la propaganda, la censura, la vigilancia o incluso el miedo para mantener el control y reprimir la disidencia.
De esta forma, la toma de decisiones puede estar oculta, y suele ser difícil para los ciudadanos entender realmente las acciones y motivaciones reales de su gobierno.
En su emblemática obra “1984”, George Orwell introduce el concepto de “neolengua”, un idioma modificado por un régimen totalitario con el propósito de dominar el pensamiento de la sociedad, convirtiendo en inaccesibles las ideas contrarias a las “nuevas verdades” impuestas.
Este fenómeno puede ilustrar un acápite importante en el desmantelamiento y la desaparición de la democracia cubana previa a las dictaduras de Castro (y Batista). El uso de la neolengua, incluyendo eufemismos y redefiniciones del lenguaje, sirve para manipular la percepción de la realidad y redefinir nuestro entendimiento universal del mundo, como un constructo de “consciencia social”. Esta estrategia se aplica para modificar la convivencia social, en beneficio político de quienes la ejercen.
En el caso de la Cuba pre-castrista, el castrismo comenzó empleando estas tácticas para consolidar su poder. Cuando asumieron el oficialismo, los términos y las ideas se suavizaron, distorsionando la realidad percibida por la población. ¿Dónde quedaron las denuncias de violencia policial o los presos políticos? ¿Y qué pasó con la auténtica transparencia en el gobierno?
Pronto la “castrokracia“, degeneró en amasijo de corrupción peor que del régimen de Batista, ejerció presión política contra los intelectuales cubanos y del mundo. Ellos se vieron enfrentados al dilema de las tres alternativas: la prisión política, la sumisión o el exilio. El régimen se apropió de todos los medios de comunicación, estableciendo un monopolio estatal que imponía un filtro de cancelación política, y definió lo que era políticamente correcto a favor de un constructo distópico conocido como “La Revolución”, mujer, amante, e hija a la vez, del propio Castro.
En su maquiavélico ascenso al poder, castro y su el régimen transformaron de manera drástica el lenguaje cotidiano, eliminando el pensamiento crítico para silenciar no solo a la disidencia, sino a toda crítica. En lugar de promover el debate y la pluralidad de ideas, esenciales para cualquier democracia saludable, se exaltó la conformidad y la obediencia.
Castro bajo el control de la dictadura militar centralizó el poder con la justificación de haber sido el “elegido” por el pueblo, sin siquiera haber ido a elecciones democráticas jamás. Con el uso estratégico del lenguaje, apelaron a la retórica de la liberación y el progreso, aunque en realidad esto llevó a la muerte de la floreciente democracia cubana.
El castrismo logró esto a través de una combinación de control de los medios de comunicación, adoctrinamiento en las escuelas, y la represión de las voces disidentes. Este monopolio del lenguaje y la narrativa histórica permitió a los líderes mantener una fachada de legitimidad mientras acumulaban poder sin control.
La castrokracia se basa en un sistema piramidal que pondera al leal independientemente de sus capacidades técnicas. En la cúspide se encuentra el líder máximo, por varias décadas Fidel Castro, concentrando en una sola figura todos los órganos de poder. Actualmente la figura pública es Miguel Díaz-Canel, el sucesor designado por Raúl Castro, el hermano menor en la dinastía. El verdadero poder parecer residir en Alejandro Castro Espín por el momento alejado de la vida pública.
Debajo del líder máximo se encuentran los miembros del “Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC)”, el único partido legal en el país. El PCC controla todos los órganos del Estado, incluyendo el “Consejo de Estado”, el “Consejo de Ministros”, la “Asamblea Nacional del Poder Popular” y el “Tribunal Supremo Popular”. En Cuba bajo la tiranía cakistokrática, se vota, pero no se elige, en una farsa de elecciones que representa un mecanismo para evitar el ascenso y la selección del disidente.
El PCC también controla las “Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)” y el “Ministerio del Interior (MININT)”, que son los encargados de reprimir a los opositores y mantener el orden público. El PCC se encarga de adoctrinar a la población mediante la educación, la cultura y los medios de comunicación, que son todos estatales y censurados. El PCC también controla las organizaciones de masas, como la “Central de Trabajadores de Cuba (CTC)”, la “Federación de Mujeres Cubanas (FMC)”, la “Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)” y los “Comités de Defensa de la Revolución (CDR)”, que son instrumentos para vigilar y movilizar a los ciudadanos.
La castrokracia no tolera ninguna forma de disidencia u oposición. Si alguien se atreve a criticar al gobierno o a exigir sus derechos, se enfrenta a una serie de consecuencias negativas. En primer lugar, se le imputan cargos falsos o arbitrarios, como “desacato“, “desorden público“, “propaganda enemiga” o “peligrosidad social“. Estos cargos pueden llevar a detenciones temporales o permanentes, sin garantías procesales ni acceso a un abogado independiente.
En segundo lugar, se le amenaza a él y a sus familiares con represalias físicas o psicológicas, como golpes, torturas, chantajes o despidos laborales. En tercer lugar, se le somete a un linchamiento público, mediante campañas de difamación y descredito en los medios oficiales o en las redes sociales controladas por el gobierno.
En cuarto lugar, se le limita la posibilidad laboral, ya que solo puede acceder a empleos precarios o informales, sin seguridad social ni beneficios. En quinto lugar, se le plantean las opciones: someterse y vivir sumiso, portarse bien para que le permitan el exilio, o pasar la vida como preso político.
La castrokracia ha generado una situación insostenible para el pueblo cubano. La economía está en crisis, debido a la ineficiencia del modelo estatal, la dependencia de la ayuda externa, y el agravamiento por la pandemia de COVID-19. La pobreza, la escasez, la inflación y el desempleo son problemas crónicos que afectan a la mayoría de la población. La salud, la educación y los servicios públicos se han deteriorado, debido a la falta de recursos, personal e infraestructura. La libertad, la democracia y los derechos humanos son una quimera, debido a la falta de pluralismo, participación y garantías. La cultura, la identidad y la soberanía nacional son una farsa, debido a la falta de diversidad, creatividad y autodeterminación.
La democracia cubana, que en su inicio prometía tanto, fue sofocada por este uso manipulativo del lenguaje y la centralización del poder. El resultado fue un sistema en el que la libre expresión, el pensamiento crítico, y la disidencia política fueron marginados y finalmente eliminados.
Es crucial aprender de la historia cubana y entender cómo la manipulación del lenguaje puede ser una poderosa herramienta de control y represión. Como ciudadanos, debemos insistir en el valor de la pluralidad de ideas, la libertad de expresión, y la importancia de mantener viva la llama del pensamiento crítico.
Debemos aprender nuevamente a exigir a nuestra clase política un uso correcto y transparente del lenguaje, para preservar la verdad de los hechos. No se trata de polarizaciones, sobre quienes tienen o no la razón, sino de la búsqueda objetiva y ética de la verdad. La distorsión de términos con el objetivo de destruir a la oposición o encubrir errores es un acto de corrupción e irresponsabilidad democrática.
Ese modo de actuar político que distorsiona la verdad y la manipula para restringirla a un dogma, o pensamiento político particular solo genera desconcierto, crispación y deterioro de los valores. No debemos olvidar las lecciones de la historia cubana y cómo la manipulación del lenguaje puede contribuir a la aniquilación de la democracia.
En definitivas la castrokracia es el gobierno de los que se aprovechan del poder para enriquecerse, oprimir y explotar al pueblo. Es el gobierno de los que no tienen escrúpulos, ni principios, ni valores, de los que mienten, manipulan y engañan. El gobierno de los que no tienen patria, ni honor, ni dignidad.
La Castrokracia es un mal que debemos combatir con todas nuestras fuerzas. La única forma de evitarla o superarla es mediante la democracia, el estado de derecho, la separación de poderes, el respeto a los derechos humanos, y la participación ciudadana. Solo así podremos construir una sociedad más justa, libre y próspera.