«El socialismo es la ideología del futuro» —Joseph Goebbels*
El castrismo ha sido particularmente efectivo en la creación de un storytelling socialista que ha logrado penetrar en la cultura popular. Por lo que hoy es casi imposible negar que existen grupos y organizaciones que promueven una narrativa sobre Cuba y su sistema político-social, que busca idealizar el modelo castrista y presentarlo como un ejemplo a seguir, incluso en democracias occidentales.
Este “storytelling” se caracteriza por la idealización de la figura del líder, la exaltación de los valores colectivos y la demonización del capitalismo y el individualismo. A pesar de su retórica igualitaria, este discurso ha sido utilizado también para justificar la represión política y el control estatal de la sociedad.
Esta narrativa es una especie de apología al socialismo (marxismo-leninismo) profundamente anticapitalista que es por desgracia, financiada en gran medida, por los impuestos de ciudadanos de diferentes países del mundo democrático.
Este financiamiento de grupos y organizaciones que promueven una narrativa procastrista y anticapitalista en democracias occidentales representa una contradicción en términos, ya que estos grupos son financiados en gran medida por los impuestos de ciudadanos que viven en democracias dentro de sistemas capitalistas.
Este fenómeno es real y ha sido objeto de crítica y debate. Algunos argumentan que estos grupos son meros “idiotas útiles” que desconocen la realidad de Cuba y terminan legitimando un régimen represivo y antidemocrático.
En este artículo intento mostrar cómo se construye y se difunde una narrativa procastrista y anticapitalista en democracias occidentales, especialmente con el sistema de salud cubano y cómo esta narrativa es financiada en gran medida por los contribuyentes de estos países.
También voy a explicar por qué esta narrativa es falsa y dañina, tanto para los cubanos que sufren bajo el régimen castrista, como para los ciudadanos de las democracias que se ven engañados por una imagen distorsionada de Cuba.
La narrativa procastrista y anticapitalista se basa en varios mitos que buscan idealizar el modelo socialista de Cuba y presentarlo como un ejemplo a seguir. Uno de estos mitos es el de la “potencia médica“, que se refiere a la supuesta excelencia del sistema de salud cubano y su capacidad para desarrollar vacunas y medicamentos contra el COVID-19.
Este mito se ha aprovechado de la pandemia para intentar mostrar a Cuba como un país solidario y avanzado, que envía médicos y ayuda humanitaria a otros países, y que tiene una industria biotecnológica y farmacéutica de primer nivel.
Sin embargo, la realidad es muy diferente. El sistema de salud cubano está deteriorado y carece de recursos básicos como medicinas, equipos e insumos. Los médicos cubanos son explotados y obligados a trabajar en condiciones precarias, sin libertad ni derechos laborales.
La industria biotecnológica y farmacéutica cubana es opaca e ineficiente, y sus productos no cumplen con los estándares internacionales de calidad y seguridad. La propaganda sobre medicamentos cubanas contra el COVID-19 fue una estrategia política más para intentar legitimar al régimen castrista y obtener beneficios económicos y diplomáticos.
Sin más preámbulos vamos directo al lío:
De entrada, la afirmación de la televisión pública estadounidense: “Cuando el embargo comercial de Estados Unidos dejó a Cuba aislada de los recursos médicos, los médicos cubanos se vieron obligados a ser creativos” es un ejemplo de falacia de falsa causa, o sea en asumir a priori que una relación real o percibida entre dos sucesos significa que uno es causante del otro, ya que asume que la falta de recursos médicos fue la única causa de la creatividad de los médicos cubanos.
Es inevitable que otros factores, como la historia de la salud pública cubana pre-castrista, la educación médica y la experiencia profesional, otros modelos y programas en el mundo también hayan contribuido a su creatividad en la resolución de problemas de salud. Además, el embargo comercial de Estados Unidos no fue el único factor que contribuyó a la falta de recursos médicos en Cuba.
«Cuba sí puede –y, de hecho, lo hace— importar medicamentos de Estados Unidos, a diferencia de lo que sugieren las declaraciones oficiales cubanas. Y Cuba, a pesar de cuantificar el daño causado por el bloqueo al sector de la salud, en 104 millones de dólares, ofrece un método de cálculo de esta cifra tan vago que no permite verificar su autenticidad»
Por otro lado, del mismo dado, el régimen de la isla se desdobla dando detalles de los tipos de afecciones que supuestamente causa el embargo, aportando cifras de supuestos estudios con datos no públicos, ni contrastables:
Cuando en realidad el gobierno de los EE. UU., y disímiles ONGs son precisamente los que más han aportado ayudas humanitarias a Cuba: «Estados Unidos ha “autorizado billones de dólares en medicamentos y equipos médicos a Cuba”». Mientras el castrismo y su mentiroso en jefe escondían que hemos sido una de las naciones que más ayuda ha recibido.
Al lo que el ingrato y doble moral castrismo ha respondido acudiendo al enemigo imaginario, como objetivo superordinado, recurriendo así al abstracto del imperialismo Yankee y su falsa amenaza de guerra para nuestro país:
«Los cubanos tienen que ver con mucha claridad que el imperialismo, que es esa fuerza a que nos referíamos, trata de impedir que nuestro pueblo alcance su pleno desarrollo; tienen que comprender que esa fuerza no quiere que ustedes, los cubanos, puedan alcanzar un estándar de vida más alto; no quiere que sus hijos se eduquen; no quiere que nuestros obreros perciban el fruto de su trabajo; no quiere que nuestros campesinos perciban el fruto de su tierra; no quiere, que nuestro pueblo pueda crecer, que nuestro pueblo pueda trabajar y que nuestro pueblo pueda tener un destino mejor» —Fidel Castro Ruz, septiembre de 1960 en la “Magna Asamblea Popular”.
Este discurso del mentiroso y dictador en jefe Fidel Castro refleja la retórica comúnmente utilizada por el régimen castrista para justificar su situación económica y social. Ellos culpan al embargo económico de Estados Unidos por las dificultades que enfrentan, y pintan a Estados Unidos como el enemigo que busca impedir el desarrollo de Cuba.
En realidad, esta retórica es en gran medida un recurso de manipulación psicológica y control social, dirigida a mantener la unidad y el apoyo del pueblo cubano, contra el supuesto enemigo externo, especialmente para desviar la atención de las inoperantes y desastrosas políticas internas del régimen que son las mayores causantes de la situación de Cuba.
Independientemente de que el embargo económico de Estados Unidos sea un factor que haya contribuido en menor medida a la situación económica de Cuba, evidentemente no es la única causa, ni siquiera la más importante.
Puesto que han sido siempre, y son las políticas económicas y sociales del régimen castristas las que han jugado un papel primordial en la situación actual de nuestra sociedad.
«Sí, alimentos e insumos médicos entre otros productos. Pueden ser exportados con una licencia que emite el Departamento del Tesoro»
Esto ha sido el descrédito cotidiano de la prensa internacional desde que el reportero y editor del New York Times, Herbert Lionel Matthews le presentara al mundo la entrevista a Fidel Castro en la Sierra Maestra en 1957, cuando el mundo lo daba por muerto.
Matthews presentó a Castro como un líder revolucionario idealista y democrático, y contribuyó a crear su mito como un héroe popular. Desde entonces se ha intentado vender la imagen de un Fidel Castro como un dirigente con principios, que no aceptaba migajas del gobierno estadounidense mientras existiera el Embargo económico.
Sin embargo, estas son falsedades a todas luces, que el pueblo cubano y muchos en el mundo desconocían. Comencemos por desenmascararlas con el hecho de que durante el Holodomor cubano, llamado “período especia en tiempos de paz” fueron precisamente las administraciones y organizaciones estadounidenses las que más ayuda humanitaria prestaron a la isla. Sin mencionar al exilio cubano y sus remesas, viajes y envíos, permitidos a conveniencia después de haber sigo prohibidos.
Parecía que se repetía la historia, de «Cuando la URSS pidió auxilio a EE.UU. y abrazó el capitalismo para no morir de hambre» después de la instauración del “comunismo de guerra” fue la destrucción del mercado, la implantación del trueque, la caída de las cosechas y la hambruna. En treinta meses, Lenin logró arruinar a Rusia, que en 1914 era la quinta potencia económica del mundo.
Como nos recuerda el historiador Stéphane Courtois, en su obra, “Lenin: el inventor del totalitarismo”. Para esa fecha estados unidos envió equivalente a 1.200 millones de dólares actuales a la Rusia soviética, en concepto de más de 200 barcos con alimentos y medicinas y recaudó para ayudar a los soviéticos.
«Pido a todos los ciudadanos europeos y estadounidenses honestos que ayuden rápidamente al pueblo ruso. Dennos pan y medicinas». —Máximo Gorki, en nombre de la URSS carta a Fridtjof Nansen, alto funcionario de la Sociedad de Naciones encargado de recaudar dinero para la Cruz Roja.
El Embargo económico de Estados Unidos a Cuba se inició en 1960, como respuesta a las expropiaciones y nacionalizaciones que realizó el gobierno revolucionario de Castro. Desde entonces, se ha mantenido con diferentes grados de intensidad y con algunas excepciones, como la venta de alimentos y medicinas bajo ciertas condiciones.
Sin embargo, lo que pocos saben o impresionan no saber, es que, en los años 90, cuando Cuba atravesaba una profunda crisis económica y social por el colapso de la Unión Soviética, uno de sus principales aliados y proveedor, fue Estados Unidos desde done se envió una considerable cantidad de ayuda humanitaria, que incluía alimentos, medicinas, ropa y otros artículos de primera necesidad.
En ese contexto, el gobierno de Estados Unidos implementó algunas medidas para proporcionar asistencia humanitaria a Cuba. Estas medidas incluyeron la emisión de licencias especiales para organizaciones no gubernamentales y grupos religiosos que deseaban enviar ayuda humanitaria a Cuba. También se permitieron envíos limitados de alimentos y medicinas a través de organizaciones internacionales, como la Cruz Roja.
Hubo algunas iniciativas de ciudadanos estadounidenses y organizaciones no gubernamentales para enviar ayuda humanitaria a Cuba durante el período especial. Estas iniciativas incluyeron la recolección y el envío de alimentos, medicinas, ropa y otros suministros básicos. Algunos grupos también brindaron asistencia médica y capacitación en áreas como la agricultura y la salud pública.
Según datos del Departamento de Estado estadounidense, entre 1992 y 1996 se autorizaron más de 1000 licencias para enviar ayuda humanitaria a Cuba, por un valor total de más de 250 millones de dólares.
Estas licencias se otorgaron a organizaciones no gubernamentales, religiosas y humanitarias, así como a particulares y familiares de cubanos residentes en Estados Unidos. Según testimonios de algunos beneficiarios, la ayuda fue muy importante para aliviar la escasez y el hambre que se vivían en aquellos años.
¿Por qué se ocultó la ayuda? A pesar de la magnitud y la relevancia de esta ayuda humanitaria, tanto el gobierno cubano como el estadounidense mantuvieron un bajo perfil sobre el tema. ¿Cuáles fueron las razones para este silencio?
Por parte del gobierno cubano, se ha especulado que se trató de una estrategia para no reconocer la gravedad de la crisis ni la dependencia de Estados Unidos. También se ha sugerido que se quiso evitar que la población comparara la calidad y la variedad de los productos recibidos con los que se producían o importaban en Cuba. Además, se ha argumentado que se buscó preservar la imagen de resistencia y dignidad frente al bloqueo y al “imperialismo”.
Durante décadas ha habido numerosas denuncias sobre la venta de productos destinados a la ayuda humanitaria en Cuba. En el caso del aceite ruso durante la pandemia, el régimen cubano recibió críticas después de que se revelara que estaba vendiendo la ayuda recibida.
La presión en las redes dio dos insólitos resultados, uno que el régimen aceptara lo que hasta ese momento negaba, dejándolo peor parado. Y dos que terminara poniendo una justificación irrisoria y una respuesta infantil y chapucera de que era prestado y lo devolviera.
Asimismo, ha habido informes de que el régimen cubano ha utilizado los suministros de ayuda humanitaria para recompensar a sus seguidores políticos en lugar de distribuirlos de manera justa entre la población necesitada.
Estas prácticas son profundamente preocupantes y van en contra de la finalidad misma de la ayuda humanitaria, que es aliviar el sufrimiento y proporcionar alivio a las personas que están pasando por momentos difíciles. También subrayan la falta de transparencia y rendición de cuentas en el régimen cubano, que ha sido una preocupación de larga data para muchos observadores.
De esta forma pudiéramos ver el paralelismo entre el Holodomor cubano y el ucraniano con algunas similitudes, aunque también hay algunas diferencias notables. En ambos casos, se trata de hambrunas masivas que ocurrieron en el siglo XX, en un contexto político de regímenes totalitarios y autoritarios que controlaban la economía y limitaban la libertad de sus ciudadanos.
En ambos casos, la hambruna se produjo como resultado de políticas económicas fallidas que llevaron a la escasez de alimentos y a la muerte de cientos de miles en el caso de Cuba, y de millones de personas en el caso de Ucrania.
Las políticas impuestas por los regímenes totalitarios fueron las principales causas de las tragedias humanitarias que se vivieron. La hambruna en Ucrania fue causada por políticas deliberadas del gobierno soviético que quería reprimir a los campesinos y forzar la colectivización agrícola.
Mientras que, en Cuba, la hambruna fue el resultado la impuesta dependencia excesiva al CAME y la mala planificación económica del régimen que causó una escasez generalizada de alimentos y una hambruna que duró varios años.
Y lo que lo hace cruel, es la negativa inicial del problema por parte del dictador en jefe y su buró político. Para después adoptar reformas económicas poco eficaces, sin cambios sustanciales ni apertura real.

«Millares de seres humanos en el norte del Cáucaso son fusilados o desterrados y yo siento la imperiosa necesidad de elevar mi débil voz contra las ferocidades bolcheviques» carta que Alexandra Tolstoi (1884-1979) hija de Leo Tolstoy envió a ABC.
Existe una significativa diferencia en cuanto a la escala de la hambruna y las muertes. El Holodomor ucraniano se estima que causó la muerte de al menos 3 millones de personas llegando para muchos historiadores a alrededor de 7 a 10 millones, mientras que el Holodomor cubano tuvo una escala mucho menor, aunque aún se desconoce el número exacto de víctimas.
«Si Stalin estuviera vivo, votaría para que fuese procesado y castigado por sus crímenes». — Nikita Kruschez, en 1970.
En ambos casos, la falta de libertades civiles y políticas agravó la situación, ya que se limitó la capacidad de las personas para expresarse, organizar protestas y buscar soluciones a la crisis. En general, ambos eventos son tragedias humanas que ilustran los peligros de políticas económicas centralizadas y del control autoritario del poder político.
Tal como el tirano cubano, el creador del totalitarismo se negaba rotundamente a la ayuda humanitaria del capitalismo, en especial del estadounidense. Aun habiendo sido Lenin mantenido por su madre hasta sus treintas, no mostró ninguna piedad por ser humano:
Como déjà vu de nuestra actual realidad bajo la tiranía revolucionaria, continuaba su retórica demagógica en aquel mismo discurso que les presenté renglones a tras:
Aunque existen abundantes fuentes históricas y periodísticas que muestran el verdadero rostro del régimen castrista y sus consecuencias para el pueblo cubano. Este fragmento de uno de sus discursos muestra su demagogia y maldad política a todas luces.
Se evidencia que Castro se valió de la demagogia política para ganar el apoyo del pueblo cubano, utilizando un lenguaje emotivo y nacionalista que ocultaba sus verdaderas intenciones de establecer una dictadura comunista alineada con la Unión Soviética.:
Vemos como Castro criticó dura y constantemente al gobierno corrupto y abusivo de Fulgencio Batista, al que derrocó mediante campañas políticas, el apoyo de elites de poder y oposición política de la época dentro y fuera de la isla, más que por la “guerrilla armada”, y prometió elecciones democráticas y una mayor participación del pueblo en los asuntos internacionales.
Sin embargo, estas promesas nunca se cumplieron y Castro estableció una dictadura. O sea, lejos de cumplir con sus promesas de restaurar la democracia, la libertad y la justicia social, Castro impuso un sistema represivo que castigó prácticamente todas las formas de disenso, violó los derechos humanos y civiles de los cubanos y los sometió a una situación de pobreza y aislamiento durante décadas.
Esta declaración, pronunciada por Fidel Castro en un acto público ante miles de cubanos, es un ejemplo claro de su demagogia política, es decir, de su habilidad para manipular las emociones y las creencias del pueblo con el fin de obtener su apoyo y legitimar su poder.
Pero, detrás de esa fachada de altruismo y justicia social, se escondía una maldad política que consistía en violar sistemáticamente los derechos humanos y las libertades fundamentales de los ciudadanos cubanos, así como en reprimir brutalmente a cualquier disidente o crítico de su régimen.
Según la definición de Aristóteles, la demagogia es una forma corrupta o degenerada de la democracia, que lleva a la institución de un gobierno tiránico de las clases inferiores o, más a menudo, de muchos o de unos que gobiernan en nombre del pueblo.
La demagogia se caracteriza por apelar a los prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología y la propaganda política.
La demagogia tiene como objetivo instrumentalizar al pueblo para satisfacer las ambiciones personales o sectoriales de los demagogos, que pueden aspirar a permanecer en el poder o a cambiarlo a su favor. Para ello, se valen de estrategias como las falacias, las omisiones, la alteración del significado o la demonización del oponente.
En varios de sus discursos, incluido este de 1960, Fidel Castro utilizó un lenguaje populista y emocional para ganar el apoyo del pueblo cubano, mientras que en realidad estaba engañándolo.
– Castro afirmó que el pueblo no había tenido oportunidad hasta ese momento de comprender las grandes verdades, que le ocultaban la verdad, que lo engañaban miserablemente y que lo mantenían dividido y confundido.
Con estas palabras, Castro pretendía presentarse como el salvador del pueblo, el único capaz de revelar la verdad y unificarlo bajo su liderazgo. Sin embargo, esta era una forma de manipular al pueblo para que no cuestionara sus absurdas y delirantes decisiones, ni buscara fuera de su “revolución” o sea “él”, otras fuentes de información.
Fidel Castro de esta forma, no fue más que un tirano que impuso una dictadura comunista que ha duró más de medio siglo y que sumió al país en la pobreza, el atraso y el aislamiento.
Fue un hipócrita que criticó al gobierno anterior de Fulgencio Batista por ser corrupto y abusivo, pero que aplicó peores medidas que él, como la censura, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, los campos de trabajo forzado y la confiscación de propiedades.
Además, Castro fue el responsable de romper las relaciones con Estados Unidos y de alinearse con la Unión Soviética, lo que provocó el embargo económico y el aislamiento político de Cuba. Castro también fue el responsable de negarle al pueblo cubano la posibilidad de elegir a sus gobernantes y de expresar sus opiniones libremente, al eliminar las elecciones, prohibir los partidos políticos, censurar los medios de comunicación y perseguir a los opositores.
Esta era una forma más de desviar la atención de sus propias violaciones y abusos. Castro fue responsable de miles de ejecuciones extrajudiciales, encarcelamientos arbitrarios, torturas, censura y exilio forzado de sus opositores. Además, Castro mantuvo una hostilidad permanente hacia Estados Unidos y provocó varias crisis internacionales que pusieron en riesgo la paz mundial.
Castro también incurrió en una maldad política al aplicar peores medidas que las del dictador Batista diciendo que las mejoraría. Por ejemplo, mientras que Batista permitía cierta libertad de prensa, de asociación y de culto religioso, Castro las restringió o eliminó por completo. Batista mantenía una economía con mayor grado de apertura al comercio exterior, Castro impuso una economía planificada y estatizada que dependía casi exclusivamente de la Unión Soviética.
En definitiva, Fidel Castro fue un tirano que utilizó la demagogia política para engañar al pueblo cubano y justificar su ausencia de elecciones democráticas. Además, fue un político malvado que aplicó peores medidas que las del dictador Batista diciendo que las mejoraría. Su régimen represivo causó graves violaciones a los derechos humanos y civiles de los cubanos y los condenó a vivir en una situación precaria durante décadas.
A pesar de toda evidencia, la propaganda le del izquierdismo internacional como eco de la del castrismo ha sido tan brutal que incluso ONG especializadas en derecho humanos emiten posturas tan ambiguas y dañinas como esta:
En el caso específico del caudillo Fidel Castro, se evidencia una generalizada tendencia a justificar y minimizar las acciones tiránicas basándose en supuestas acciones propagandísticas de humanidad.
Esto plantea una problemática ética importante: ¿Es posible separar las supuestas “acciones buenas” de un líder tiránico de sus verdaderas intenciones y de las consecuencias nefastas de su régimen?
La historia nos ha mostrado repetidamente los horrores y las violaciones a los derechos humanos que ocurren bajo regímenes totalitarios. Ante estas evidencias, es imperativo tomar una postura clara y contundente en contra de la opresión y la tiranía, sin permitir que acciones supuestamente positivas oculten o justifiquen los crímenes y abusos cometidos.
La ambigüedad y ambivalencia moral al tratar con tiranos totalitarios autocráticos es, en última instancia, una traición a los valores fundamentales de la justicia, la libertad y el respeto por los derechos humanos. Negar o minimizar la maldad política y los abusos de poder de estos líderes es ignorar el sufrimiento de las personas afectadas por sus regímenes represivos.
La demagogia de Fidel Castro tuvo consecuencias nefastas para Cuba y para el mundo. Algunas de las que aún se siguen padeciendo. Como he insistido antes, en realidad, han sido las decisiones políticas del régimen castrista las que han generado la falta de recursos médicos en Cuba.
Por ejemplo, la política de nacionalización de la industria farmacéutica y de la salud en Cuba ha llevado a la concentración del control del Estado/Partido que tienen tiene el monopolio de la producción, importación y distribución de medicamentos y suministros médicos.
Eso ha creado un sistema centralizado y burocrático que la mayor parte del tiempo falla en satisfacer las necesidades médicas de la población, con retrasos en la llegada de productos críticos y la falta de acceso a medicamentos esenciales para la población.
Por otro lado, la política económica castrista afecta al sector farmacéutico y de la salud debido a su economía centralizada y la falta de inversión en infraestructura y tecnología médica moderna. Llevando a Cuba a enfrentar una escasez crónica de medicamentos y suministros médicos básicos.
La eliminación de los incentivos de mercado ha significado que la innovación y el desarrollo de nuevos medicamentos se han desacelerado, y el sistema de salud cubano ha dependido en gran medida de la importación de medicamentos extranjeros. Además, la falta de recursos y financiamiento ha limitado la capacidad del sistema de salud para mejorar y expandirse en algunas áreas.
En ese sentido, la limitada inversión en el sector de la salud y la falta de incentivos económicos para los médicos y otros profesionales de la salud han llevado a la escasez de personal médico altamente cualificado y la baja calidad de la atención médica en general.
Aunque el castrismo se precia por invertir un alto por ciento del PIB anual del país en el sistema de salud, eso solo se traduce en realidad, en dejar evidencias de su ineficacia, baja rentabilidad, precaria efectividad y deplorable calidad, donde gran parte de la inversión se pierde en la burocracia más que en el estado de salud de la población.
Además, ocultan que en esa inversión del presupuesto público van incluidos los colosales gastos no productivos e innecesarios de los órganos de la seguridad del estado para la represión interna, así como los cargos de las mal llamadas organizaciones de masas, dentro de todas las instituciones, que en realidad son de adoctrinamiento y coerción sistemáticos.
Por otro lado, la falta de inversión útil y la burocracia gubernamental en el sector de la salud también han llevado a la falta de actualización tecnológica y de equipo médico moderno en los hospitales cubanos. Muchos de los equipos médicos están desactualizados y obsoletos, lo que hace que sea difícil para los médicos brindar la atención médica de calidad y adecuada.
A lo que se le ha ido sumando casos de malas prácticas médicas y negligencia debido a la falta de capacitación y recursos adecuados en el sistema de salud. La falta de inversión en la educación médica y la formación continua también ha llevado a la escasez de personal médico capacitado y calificado, lo que ha llevado a la falta de atención médica adecuada para la población cubana.
La prensa internacional y el régimen cubano: una alianza peligrosamente yatrogénica para todos los pueblos del mundo.
¿Sabías que parte de tus impuestos se destinan a financiar organizaciones que defienden el régimen castrista y su modelo socialista?
¿Te parece justo que tu dinero se use para apoyar a un sistema político que viola los derechos humanos y reprime a su pueblo?
¿Te has preguntado por qué hay tanta propaganda sobre Cuba y su supuesta “potencia médica” y “desarrollo biotecnológico” en medio de la crisis sanitaria por el COVID-19?
Veamos ahora claras evidencias de cómo la propia televisión pública de los EE. UU., o sea una que opera con el dinero de los contribuyentes capitalistas, ha utilizado “un caso”, o “unos pocos casos” de pacientes oncológicos que han viajado a Cuba en busca de un supuesto milagro, cuando en realidad es un tratamiento aún bajo investigación y en desarrollo.
«This Cuban lung cancer drug is giving some U.S. patients hope» PBS NewsHour, May 9, 2017.
En este caso, es importante tener en cuenta que la televisión pública de los Estados Unidos también tiene sus propios intereses políticos y puede estar promoviendo una agenda particular al presentar estas historias.
La presión por invertir en Cuba sin importar la dictadura y el sufrimiento del pueblo cubano es carne fresca para inversores y políticos principalmente del partido demócrata, inclinado a las políticas de acercamiento.
Se trata de una vacuna terapéutica «CIMAvax-EGF» desarrollada en Cuba, propuesta para su utilización en el control a largo plazo de tumores dependientes del EGF (factor de crecimiento epidérmico). Para la fecha de las propagandas contaba con solo 5 ensayos pilotos de fase I/II que sumaban unos 113 pacientes estudiados.
Aclarando que durante la Fase I es fundamentalmente explorando la seguridad en seres humanos, y la fase II la eficacia terapéutica del producto (exploración terapéutica).
O sea, dan ya como una panacea futura, un medicamento que se viene estudiando desde la década de los años 90, y que solo después del 2008 ha sido aprobado en Cuba, para tratamiento de mantenimiento después de recibir la primera línea de tratamiento.
Siendo así, esto es una clara violación de la ética profesional en cuanto a la comunicación que genera faltas esperanzas justo en aquellos que sufren de estas devastadoras enfermedades.
Según la información disponible, CIMAvax-EGF ha pasado por ensayos clínicos de fase I y II en Cuba. La fase III se está llevando a cabo actualmente en Cuba y otros lugares, y los resultados aún no se han publicado.
Por lo tanto, es importante destacar que, aunque los resultados preliminares de los ensayos clínicos de fases I y II parecen prometedores, aún se necesita más investigación para determinar la eficacia y seguridad de la CIMAvax-EGF.
Así que los medios ya vendían y venden como una “cura milagrosa” que había logrado salvar a miles de pacientes con cáncer de pulmón, no era más que un producto terapéutico entrando en ensayos clínicos en los EE. UU. en 2017-2018.
Aun cuando el ensayo clínico más avanzado y reciente es el cubano, un estudio de fase III de 405 individuos con este tipo de cáncer de pulmón que concluyo:
Evidentemente los medios internacionales están realizando más que una simple promoción, una autentica propaganda a un producto que como he mencionado antes, no ha sido cura de nada y que además se encuentra aún en desarrollo.
Es también vergonzosa muestra de ello la utilización de “narraciones de historias” (storytelling) en las que un solo paciente, o unos pocos pacientes, viviendo una especie de epopeya para “burlar” el embargo, y recibir tratamiento en la isla, como si en los EE. UU. no tuvieran la más avanzada medicina y terapéutica del mundo.
Desgraciadamente muchos ignoran la importancia de tener en cuenta que los medios de comunicación internacionales pueden estar utilizando estas historias para promover una agenda particular o para llamar la atención sobre un tema en particular.
De pronto nos encontramos con una propaganda simple y contundente, que logra enfatizar en los aspectos más dramáticos (Simplificación y exageración). Además, comienza a ser repetida constantemente por la mayoría de los medios, como si intentara que las personas la recordasen y la internalicen (Repetición).
Logrando así transmitir un mensaje único, consistente que ayuda a generar un sentido de unidad entre los seguidores. Utilizando líderes carismáticos y/o populares para difundir el mensaje y generar seguidores leales. A quienes se les entrega el chivo expiatorio, sea cual sea, que identificarán como a un enemigo común porque representa una amenaza para el grupo o la sociedad (Creación del enemigo común).
De esta forma apelando a las emociones de la comunidad y esquivando a la razón, generando estereotipos para simplificar y polarizar las ideas creando una imagen aún más negativa del enemigo común creado. Pues eso es, nada más y nada menos, que algunas de las reglas para la propaganda de Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, con las que se llevó a la mayoría del pueblo alemán a cometer el inolvidable Holocausto.
Es honesto señalar que la utilización de técnicas de propaganda, como las mencionadas, no solo fueron utilizadas por el régimen nazi de Alemania, sino que han sido utilizadas en diversos momentos y contextos históricos por distintos gobiernos.
En especial los totalitarismos y organizaciones socialistas para manipular la opinión pública y generar una imagen a conveniencia de la realidad. Es importante fomentar un pensamiento crítico y una búsqueda constante de información para evitar ser víctimas de la propaganda y la manipulación.
«Cuba has a lung cancer vaccine. Many U.S. patients can’t get it without breaking the law» —Sally Jacobs
Por supuesto en cuanto a inescrupulosa propaganda, el izquierdismo global implantado dentro de los EE. UU. ejerce la mayor influencia y adoctrinamiento sistemático. Irónicamente son anticapitalistas que se precian de serlo promoviendo el socialismo/comunismo, regímenes que no ha sufrido en carne propia, en los cuales jamás habrían podido alzar su voz de disenso y oposición.
«Americans could beat lung cancer if U.S. lifted blockade of Cuba» — Dylan Manshak. December 16, 2022. (Los estadounidenses podrían vencer al cáncer de pulmón si Estados Unidos levantara el bloqueo a Cuba).
Esta afirmación es un ejemplo de demagogia profundamente dañina, una estrategia que consiste en apelar a los prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología y la propaganda política.
En primer lugar, Manshak incurre en una falacia lógica al establecer una relación causal entre el bloqueo a Cuba y el cáncer de pulmón en Estados Unidos. Una falacia ad populum, que busca persuadir a la población estadounidense de que el levantamiento del embargo económico contra Cuba permitiría el acceso a fármacos que podrían curar el cáncer de pulmón.
No hay evidencia científica que respalde esta afirmación, sino que se basa en una suposición arbitraria y simplista. El cáncer de pulmón es una enfermedad compleja que tiene múltiples factores de riesgo, como el tabaquismo, la exposición a agentes químicos o radiactivos, la genética o las infecciones virales.
La realidad es que estos fármacos aún están en fase de experimentación y no se ha demostrado su eficacia en humanos, por lo que hacer afirmaciones tan categóricas y engañosas es irresponsable y peligroso.
Además, esta afirmación omite completamente el hecho de que el embargo económico no impide la colaboración científica entre Cuba y otros países. El régimen cubano podría trabajar con otros países para llevar a cabo ensayos clínicos y buscar la aprobación de la FDA si estos fármacos demostraran su eficacia. Tampoco impide que los estadounidenses accedan a otros tratamientos disponibles en el mundo para combatir esta enfermedad.
En segundo lugar, Manshak utiliza la desinformación y la agnotología al presentar como una verdad absoluta y contrastada que Cuba tiene una cura para el cáncer de pulmón. Según él, se trata de los fármacos llamados Cimavax y Vaxira, que están en fase inicial de experimentación y que aún no han demostrado su eficacia ni su seguridad en ensayos clínicos rigurosos.
Manshak “ignora” o silencia estos hechos y crea una ilusión de verdad mediante la repetición. Además, omite mencionar que estos fármacos no son una cura definitiva, sino que se trata de vacunas terapéuticas que buscan estimular el sistema inmunológico para frenar el avance del tumor, pero que no lo eliminan por completo.
En tercer lugar, Manshak recurre a la propaganda política al intentar manipular la opinión pública con fines ideológicos. Uno de sus objetivos es generar simpatía hacia el régimen cubano y hostilidad hacia el gobierno estadounidense, presentando a Cuba como una víctima inocente del Embargo y como un modelo de excelencia sanitaria.
Para ello, utiliza un lenguaje emotivo y sensacionalista, apelando al miedo al cáncer y a la esperanza de una cura milagrosa. También utiliza la demonización del oponente al acusar al gobierno estadounidense de ser el responsable de la muerte de miles de personas por negarles el acceso al supuesto remedio.
Finalmente, la afirmación de Manshak es una muestra de cómo los mentirosos crean una ilusión de verdad y cómo podemos evitar caer en sus trampas. Debemos ser críticos y escépticos ante las afirmaciones que nos hacen sin ofrecernos pruebas o argumentos válidos.
Debemos contrastar las fuentes de información y buscar evidencias científicas que respalden o refuten lo que nos dicen. Debemos estar atentos a las técnicas de manipulación que usan los demagogos para influir en nuestras emociones y nuestros prejuicios. Y debemos defender el pensamiento racional y el diálogo constructivo como herramientas para resolver los problemas sociales.
Lo irónico aquí es como ver como periodistas en democracias, llenos de recursos, continúan esparciendo la propaganda del régimen utilizando sus mismas premisas y narratoria. No solo caen en la falsedad del embargo como causante de todo mal, cuando este no afecta directamente a los medicamentos.
Al mismo tiempo, en un silencio cómplice desvían la atención al más puro estilo castrista, mostrando sitios turísticos, ajenos al cubano de a pie, y sobre todo muestran “Las Praderas” una clínica dedicada al turismo de salud, que nada tiene que ver con las instituciones al servicio de los cubanos de a pie.
En ese artículo, se presenta una imagen distorsionada y sesgada de la realidad sanitaria cubana, que ignora el sufrimiento y la precariedad de la mayoría de la población. La primera falacia es la típica, de atribuir las supuestas innovaciones biotecnológicas de Cuba al embargo de Estados Unidos. Esta afirmación no tiene ningún sustento empírico ni lógico, ya que el embargo no impide el acceso a los medicamentos ni a la cooperación científica internacional.
Por el contrario, el embargo es una consecuencia de la violación sistemática de los derechos humanos y las libertades fundamentales por parte del régimen castrista, que ha priorizado el desarrollo de una industria farmacéutica para exportar y obtener divisas, en detrimento de la salud y el bienestar de los cubanos.
La segunda falacia es la de equiparar la clínica “Las Praderas”, donde se atiende al paciente estadounidense, con el sistema de salud cubano en general. Esta clínica es un enclave privilegiado y exclusivo para el turismo médico y la elite gobernante, que nada tiene que ver con las condiciones infrahumanas y deplorables de los hospitales y policlínicos destinados al pueblo.
Estos centros carecen de los recursos más básicos, como agua potable, electricidad, medicinas, material quirúrgico, higiene y seguridad. Los profesionales de la salud trabajan en condiciones precarias y reciben salarios miserables, mientras que muchos son enviados a misiones internacionales para generar ingresos al régimen.
La tercera falacia es la de omitir las voces y testimonios de los cubanos que sufren las consecuencias de la crisis sanitaria y social que vive el país. El reportaje se limita a mostrar imágenes turísticas y propagandísticas, que no reflejan la realidad cotidiana de millones de personas, que padecen enfermedades crónicas o terminales sin acceso a tratamientos adecuados.
El reportaje tampoco menciona las constantes violaciones a los derechos humanos que se cometen contra los pacientes, los médicos y los activistas que denuncian la situación o reclaman mejoras.
En definitiva, el reportaje de la BBC News es un ejemplo más de cómo algunos medios de comunicación en democracias se prestan a difundir la propaganda del régimen castrista, sin contrastar las fuentes ni verificar los hechos.
Este tipo de periodismo no solo desinforma y manipula a la opinión pública internacional, sino que también contribuye a perpetuar el sufrimiento y la opresión del pueblo cubano.
Pero esta historia ya la habíamos vivido, por ejemplo, cuando en el año 2007 nos llegó el documental “Sicko” producido por Michael Moore, el cineasta y critico estadounidense, cuya trama giró en torno a la atención médica de los Estados Unidos de América y específicamente contra la industria farmacéutica y los seguros de salud. Basando su estrategia amarillista en «historias de terror sobre la sanidad privada» que previamente había solicitado a través de su blog personal.
El objetivo altamente sensacionalista era generar una discusión nacional y promover reformas en la atención médica y la salud pública, con ideas progresistas derivadas de archiconocidos mitos y falacias del izquierdismo global.
Sin embargo, se ha criticado la manera en que el documental presenta a Cuba como un ejemplo a seguir en términos de sanidad universal, omitiendo los inaceptables problemas en su sistema de salud y las limitaciones a la libertad individual en el país.
Es difícil determinar específicamente todas las falacias cometidas por Michael Moore en su documental “Sicko“, ya que hay muchas afirmaciones y argumentos presentados en la película. Sin embargo, está claro que Moore utiliza técnicas de manipulación emocional y selectividad de la información para presentar su punto de vista sobre la atención médica en los Estados Unidos y otros países.
Por ejemplo, utiliza la falacia de la petición de principio, al asumir que la atención médica universal es siempre superior a la atención médica privada, y la falacia de la generalización apresurada, al presentar a Cuba como un modelo a seguir sin tener en cuenta otros aspectos del régimen cubano. Además, se ha criticado a Moore por presentar datos y estadísticas sin contexto o sin citar las fuentes de manera adecuada.
Sin embargo, profundizando un poco lo antes discutido, el documental de Moore no es una obra objetiva ni imparcial, sino que está plagado de falacias, demagogias y propaganda, objeto de numerosas críticas y cuestionamientos por parte de expertos, periodistas y políticos que cuestionaron la veracidad y la credibilidad de los datos y las fuentes utilizadas.
Moore utiliza recursos retóricos y cinematográficos para manipular las emociones del espectador y persuadirlo de su punto de vista sesgado, simplista y parcial de la realidad. Algunas de las falacias que comete son:
– La falacia de la petición de principio: Moore asume como verdadero lo que quiere demostrar, es decir, asume que la atención médica universal es siempre superior a la atención médica privada, sin ofrecer argumentos o evidencias que lo sustenten, sino que la presenta como una verdad indiscutible.
Así, ignora los problemas y desafíos que también enfrentan los sistemas sanitarios públicos, como la escasez de recursos, el envejecimiento de la población o la calidad de los servicios.
– La falacia de la generalización apresurada: Moore presenta a Cuba como un modelo y ejemplo a seguir en términos de sanidad universal, omitiendo los inaceptables problemas en su sistema de salud y las limitaciones a la libertad individual, a la calidad de vida de los cubanos. De esta forma esconde los problemas del sistema sanitario cubano, como la escasez de medicamentos básicos, dificultades para acceder a servicios especializados, el deterioro de las infraestructuras o la falta de personal cualificado. También omite las violaciones a los derechos humanos que comete el régimen cubano, como la represión política, la censura o el control social.
– La falacia del falso dilema: Moore plantea una disyuntiva falsa entre dos opciones extremas: o se acepta el sistema sanitario estadounidense tal como está, basado en la atención médica privada y los seguros de salud, o se adopta el modelo cubano o francés. Dejando fuera alternativas posibles o intermedias que podrían mejorar el acceso y la calidad de la atención médica sin renunciar al mercado o a la libertad individual. Buscar soluciones adaptadas a la realidad y a las necesidades de los estadounidenses.
– La falacia del hombre de paja: Moore tergiversa, distorsiona o exagera las posiciones o argumentos de sus oponentes para hacerlos más fáciles de atacar o refutar. Así, presenta a los defensores del sistema actual como personas egoístas e insensibles, que solo se preocupan por el dinero y no por la salud de las personas. También caricaturiza a los críticos del sistema sanitario universal como personas ignorantes o manipuladas por los medios de comunicación.
El documental parece haber tenido un gran impacto en la opinión pública y en el debate político sobre la reforma sanitaria en los Estados Unidos. Según una encuesta realizada por Opinion Research Corporation para CNN, el 56% de los estadounidenses que vieron el documental dijeron que cambiaron su opinión sobre el sistema sanitario después de verlo.
El 51% dijo que apoyaba una reforma sanitaria que garantizara una cobertura universal para todos los ciudadanos. El documental también influyó en algunos políticos y legisladores, que se mostraron favorables a impulsar cambios en el sistema sanitario.
De una forma “curiosa y casual” el “socialisto” cineasta selecciona al único hospital (Hermanos Ameijeiras) en relativa buenas condiciones, fuera de los utilizados por la casta castrista y las elites de poder. Digamos, ya que “entró” por el oriente del país, ¿por qué no visitó algunos de los consultorios, policlínicos u hospitales por allá por el oriente cubano?
Al parecer otros extranjeros no corrieron con la misma “suerte”: «Cada consulta 30 CUC, 25 CUC por rayos X y el ultrasonido, que en palabras de la ‘compañerita’ de economía era un poquito más caro, 300 CUC; más 50 CUC por una venda de gasa» Un lector denuncia el mal trato recibido por una amiga extranjera en el hospital Abel Santamaría.
Lo que no imaginó Moore, ni parecen haber previsto los filtros de la seguridad del estado castrista, es que el documental es un arma de doble filo, que como en efecto bumerán retornó en el aislado y adoctrinado cubano.
Que comenzó a tener ideas de que nuestro sistema de salud no era el único gratuito, ni el más universal, y hasta se sorprendió al ver como en el “capitalismo tan malvado” la seguridad social le ayudaban a las madres en Francia a costear los gastos de los hijos y hasta tenían apoyo para los quehaceres del hogar.
La oficina de intereses de los Estado Unidos en la Habana advierte así a sus ciudadanos sobre la realidad de la sanidad en la isla:
Es sabido que el régimen cubano tiene un control absoluto sobre los medios de comunicación dentro de la isla, que se encargan de difundir su ideología y su versión de los hechos. Sin embargo, lo que quizás no es tan conocido es que también tiene una influencia considerable sobre la prensa internacional, que en muchos casos se hace eco de sus mensajes y contribuye a crear una imagen distorsionada de la realidad cubana.
En definitiva, que la prensa internacional acompaña al régimen en su política de comunicación que utiliza al menos tres premisas de la propaganda para manipular la percepción pública: la incentivación del falso nacionalismo, la censura con ocultación de información negativa, y la creación de fobias y estereotipos negativos hacia quienes se oponen al sistema.
De esta forma, el régimen busca crear una imagen distorsionada de la realidad cubana, que oculta las violaciones de los derechos humanos, la represión, la escasez, el descontento social y la crisis sanitaria que vive el país.
La incentivación del falso nacionalismo consiste en presentar al régimen como el único garante de la soberanía y la identidad nacional, y a sus líderes como los héroes de la patria. De esta forma, se busca generar un sentimiento de lealtad y orgullo entre los cubanos, y al mismo tiempo deslegitimar a cualquier voz disidente como traidora o mercenaria. La prensa internacional, en muchos casos, reproduce este discurso sin cuestionarlo ni contrastarlo con otras fuentes.
La censura con ocultación de información negativa consiste en silenciar o minimizar cualquier dato o hecho que pueda mostrar las deficiencias o las violaciones del régimen. Así, se evita que el público conozca la verdadera situación económica, social y política del país, y se crea una imagen idealizada y falsa de su modelo. La prensa internacional, en muchos casos, se limita a reproducir las cifras oficiales o las declaraciones del gobierno, sin verificarlas ni contrastarlas con otras fuentes.
La creación de fobias y estereotipos negativos hacia quienes se oponen al sistema consiste en demonizar y deshumanizar a cualquier persona o grupo que cuestione o critique al régimen. Así, se busca generar un rechazo y un miedo entre los cubanos, y al mismo tiempo desacreditar a cualquier alternativa o propuesta de cambio. La prensa internacional, en muchos casos, se hace eco de estas acusaciones sin comprobarlas ni ofrecer el derecho a réplica.
Estas tres premisas de la propaganda tienen un efecto pernicioso sobre la opinión pública, tanto dentro como fuera de Cuba. Por un lado, impiden que los cubanos tengan acceso a una información veraz y plural, que les permita formarse un juicio crítico y autónomo sobre su realidad. Por otro lado, impiden que el mundo conozca la verdadera situación de Cuba, que lejos de ser un paraíso socialista es una dictadura represiva y empobrecida.
A todo esto, le debemos sumar que aún no nos hemos repuesto del vergonzoso agravante de otra iatrogénica propaganda repulsiva respecto a los supuestos medicamentos cubanos contra el COVID-19. En una especia de acmé antiético de hasta donde hemos podido llegar, y que continúa impunemente.
Algo que confieso me sorprendió, incluso estando yo claro de que el régimen cubano puede llegar a lo ridículamente absurdo cuando de su propaganda se trata, pero esto iba más allá. Esta vez, no eran los sumisos periodistas o los bazofiantes comunicadores oficialistas, era ver a colegas médicos, científicos y demás profesionales participando de algo tan deshonroso y poco ético.
Es lamentable ver cómo la propaganda castrista ha logrado permear incluso en el ámbito científico y médico, donde la ética y la integridad deben ser fundamentales. Es preocupante que se utilice la pandemia del COVID-19 para seguir promoviendo una imagen positiva del régimen cubano, cuando en realidad este ha demostrado su incapacidad para manejar la crisis sanitaria en su propio país.
En todas las sociedades es crucial que los profesionales médicos y científicos se adhieran a los más altos estándares éticos y se abstengan de participar en actividades que puedan comprometer la integridad científica y la confianza del público en la investigación médica.
Es harto preocupante que profesionales médicos y científicos se presten a promover medicamentos que aún no han sido sometidos a rigurosas pruebas científicas y que no cuentan con el respaldo de organismos internacionales de salud.
Es transcendental recordar que la seguridad y eficacia de un medicamento no se pueden afirmar sin datos clínicos sólidos y una evaluación rigurosa. La promoción prematura de medicamentos sin pruebas adecuadas puede generar falsas esperanzas y poner en riesgo la salud pública.
«Dr. Rolando Pérez Rodríguez, the director of science and innovation at BioCubaFarma, which oversees Cuba’s medicine development. “We have long experience with these kinds of technologies,” he says»
El conocido medio propagandístico y antisistema capitalista utiliza primero la falacia de falsa autoridad o argumento de autoridad, mediante la cual se aprovecha de la posición del Dr. Rolando Pérez Rodríguez como director de ciencia e innovación de BioCubaFarma para afirmar que Cuba ha tenido éxito en el manejo de la pandemia debido a su “experiencia en tecnologías similares”, sin presentar datos concretos o evidencia científica que respalden su afirmación.
Esta falacia consiste en dar por válida una opinión o una afirmación solo porque proviene de una persona que se supone que tiene autoridad o prestigio en el tema, sin tener en cuenta si esa persona tiene realmente conocimientos suficientes o si está sesgada por algún interés o ideología, (conflicto de intereses).
Es importante tener en cuenta que, aunque la experiencia es valiosa, no es suficiente para garantizar el éxito en una situación particular, como la pandemia de COVID-19. Hay muchos factores que influyen en la capacidad de un país para manejar una crisis de salud pública, incluyendo la disponibilidad de recursos, la infraestructura de atención médica, la capacidad de realizar pruebas efectivas y rastrear contactos, y la capacidad de implementar medidas de salud pública efectivas.
Siguiendo la “lógica” de esa afirmación en la que la experiencia fuera suficiente para garantizar el éxito, no solo se habría terminado con la pandemia, sino que prácticamente se habrían erradicado las enfermedades, por un lado, y por el otro, el resto de los países con demostrada mayor experiencia lo habrían logrado, mejor, y más rápido. Por el contrario, ya un grupo de expertos había aclarado que entre los países peor preparados para una pandemia estaba Cuba.
La segunda falacia que se utiliza es la de generalización apresurada o inducción precipitada, mediante la cual se extrae una conclusión general a partir de unos pocos casos particulares o insuficientes. Esta falacia se comete cuando se dice que Cuba ha desarrollado cinco candidatos vacunales contra la COVID-19, sin mencionar que ninguno de ellos ha completado aún la fase III de ensayos clínicos, que es la que determina la eficacia y la seguridad de una vacuna.
Además, se omite que Cuba no ha publicado los resultados preliminares de sus ensayos en revistas científicas revisadas por pares, lo que impide verificar la calidad y la transparencia de sus investigaciones.
La tercera falacia que se utiliza es la de falsa dicotomía o falso dilema, mediante la cual se presenta una situación como si solo hubiera dos opciones posibles, cuando en realidad hay más alternativas.
Esta falacia se comete cuando se dice que Cuba ha optado por una “estrategia soberana” frente a la “dependencia” de otros países o empresas farmacéuticas, sin reconocer que hay otras formas de cooperación internacional y acceso equitativo a las vacunas, como el mecanismo COVAX impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), al que Cuba no se ha adherido.
Estas tres falacias lógicas tienen como objetivo crear una imagen positiva y heroica de Cuba como un país capaz de enfrentar la pandemia con sus propios recursos y conocimientos, frente a un mundo capitalista y neoliberal que solo busca el lucro y la explotación.
Sin embargo, esta imagen no se corresponde con la realidad, ya que Cuba sufre una grave crisis económica y social, agravada por la pandemia, que ha provocado escasez de alimentos, medicinas y otros bienes básicos, así como protestas populares y represión por parte del gobierno.
Por lo tanto, permítanme ultimar que el reportaje de “Democracy Now” no es un ejemplo de periodismo riguroso e independiente, sino de propaganda ideológica y manipulación informativa. Estos profesionales han puesto en riesgo la salud pública y la confianza en la investigación médica, al difundir información falsa y generar falsas esperanzas en la población. Estos profesionales deberían ser responsables ante sus colegas y ante la sociedad por sus acciones.
El titular ya de por sí era profundamente falaz: «Cuba le gana a la pandemia con acciones como el desarrollo de nuevas vacunas y el envío de médicos al extranjero para ayudar a otros países» publicado el 9 de abril de 2021. Algo más engañoso en inglés: “How Cuba Beat the Pandemic: From Developing New Vaccines to Sending Doctors Overseas to Help Others”
Primero porque ha ese mismo día se confirmaban unos 1040 nuevos casos con muestras positivas: «Al cierre del día de ayer, 9 de abril, se encuentran ingresados un total de 24 mil 703 pacientes, sospechosos 3 mil 616, en vigilancia 15 mil 982 y confirmados activos 5 mil 105. Para COVID-19 se estudiaron 21 mil 332 muestras, resultando 1040 muestras positivas. El país acumula 3 millones 191 mil 858 muestras realizadas y 85 mil 572 positivas»
Sin embargo, estos datos son poco fiables y con un gran subregistro, ya que se basan en pruebas diagnósticas insuficientes y poco sensibles, y en un sistema de vigilancia epidemiológica deficiente y opaco.
Además, hay numerosos testimonios de ciudadanos cubanos que denuncian la falta de atención médica, la escasez de medicamentos y equipos de protección personal, y la manipulación de las cifras de contagios y muertes por parte de las autoridades.
Por lo tanto, es imposible saber el verdadero impacto de la pandemia en Cuba, pero es evidente que no se ha controlado ni mucho menos la habían vencido. La evidencia era la realidad del momento que demostraba justamente lo contrario a lo que la propaganda castrista y sus ecos querían hacerle ver a los cubanos en la isla, y al mundo en general.
«Cuba vive el peor rebrote de casos y anuncia medidas drásticas contra la propagación de la covid-19» —Mauricio Vicent. (La Habana – 06 ABR 2021)
Todo esto, a nada menos que a tres meses del colapso del sistema de salud: «Colapso hospitalario en Cuba: ‘He visto a médicos llorar de dolor, de impotencia, de desgaste». Colapso que por demás y como acostumbra el régimen negó en innumerables ocasiones hasta el último momento, en el que les fue imposible de ocultar.
En segundo lugar, el titular menciona el desarrollo de nuevas vacunas como una acción destacable de Cuba frente al covid-19. Es cierto que Cuba tenía en ese tiempo candidatos vacunales en diferentes fases de ensayos clínicos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que ninguna de estas vacunas había demostrado aún su eficacia ni su seguridad en estudios rigurosos y transparentes, ni ha sido aprobada por ninguna agencia reguladora internacional.
Por lo tanto, es prematuro y engañoso afirmar que Cuba ha desarrollado nuevas vacunas contra el covid-19, cuando todavía no se sabe si funcionarían o si eran seguras. Además, hay que cuestionar la ética y la legalidad de los ensayos clínicos realizados en Cuba, donde no se respeta el derecho a la información ni al consentimiento informado de los participantes, ni se garantiza la independencia ni la supervisión de los comités éticos.
«La pandemia provocada por el coronavirus se convirtió en una coyuntura ideal para reactivar la venta de servicios médicos cubanos, que había sufrido un declive entre 2018 y 2019 tras el fin de los gobiernos afines al régimen en Brasil, Bolivia y Ecuador» Médicos cubanos: negocio y política afuera, abandono adentro.
Por otro lado, hace propaganda de las denominadas “brigadas médicas cubanas” (“Henry Reeve Brigade”) que lejos de ser solidaras son un lucro para el régimen, y sobre las cuales pesan varias denuncias por esclavitud moderna, con importantísimos testimonios presentados entre otras pruebas.
Este es uno de los mitos más difundidos y peligrosos sobre el sistema de salud cubano. Lo que el reportaje no dice es que estos médicos son enviados bajo condiciones de explotación laboral y violación de sus derechos humanos. Que reciben salarios miserables, son sometidos a vigilancia constante y a restricciones de movimiento y comunicación, y son obligados a cumplir con una agenda política e ideológica impuesta por el gobierno cubano.
Además, estos médicos no cuentan con la formación ni los recursos adecuados para enfrentarse a una enfermedad tan compleja y desconocida como el covid-19, lo que pone en riesgo su propia salud y la de los pacientes que atienden. Por último, el envío de médicos al extranjero no es un acto altruista ni solidario del régimen cubano, sino una fuente de ingresos millonarios que le permite sostener su dictadura y reprimir a su pueblo.
Ahí les va otra conclusión, del reportaje publicado por Democracy Now, que representa un ejemplo más de la propaganda y la desinformación que se difunde sobre Cuba y su sistema de salud. Lejos de ser un modelo a seguir o un ejemplo de éxito frente a la pandemia, Cuba es un país sumido en una crisis sanitaria y humanitaria sin precedentes.
Un país donde se violan sistemáticamente los derechos humanos y se niega el acceso a una atención médica digna y de calidad. Estos son los hechos que deberían ser conocidos y denunciados por todos los medios de comunicación responsables y comprometidos con la verdad.
En definitiva, quede claro que el hecho de que Cuba haya desarrollado vacunas reconocidas mundialmente en el pasado no significa automáticamente que las vacunas actuales sean efectivas o seguras. Cada vacuna debe ser evaluada en función de su propia eficacia y seguridad, basada en evidencias científicas sólidas, que provienen de estudios rigurosos en diferentes fases de investigación clínica. La confianza en una vacuna debe basarse en la evidencia científica disponible, no en la experiencia pasada o en la nacionalidad del fabricante de la vacuna.
Veamos un año después la repercusión de esa propaganda en cómo se pronuncian algunos cubanos encuestados al respecto (16 Mar 2022):
El “encuestado” deja claro de que desconoce y/o desconfía de la efectividad de las vacunas cubanas, pero toma como argumento de seguridad esa falacia y refugia su esperanza en dicho vacío, dándonos una pista evidente de las implicaciones de la propaganda en el pensamiento acrítico del cubano.
Objetivamente la opinión de unos pocos encuestados no representa necesariamente la opinión generalizada de la población cubana. Además, es necesario considerar el contexto en el que se realiza la encuesta y las posibles influencias que pueden estar presentes.
Por ejemplo, como la propaganda y la falta de acceso a información objetiva y diversa pueden afectar el pensamiento crítico y la capacidad de los ciudadanos para evaluar de manera adecuada la eficacia y seguridad de las vacunas.
Por eso resulta fundamental que los ciudadanos tengan acceso a información objetiva y confiable para poder tomar decisiones informadas sobre su salud. Algo que los cubanos ni siquiera entienden claramente en la actualidad.
Esta limitada encuesta fue referida en un artículo en el que la profesora Jennifer Ruth Hosek fue al infinito y más allá en su escrito para “The Conversation” afirmando que: «La reticencia a la vacunación es rara en Cuba. Sus políticas y prácticas de COVID-19 están fundamentalmente basadas en la ciencia. El gobierno cubano está obteniendo el apoyo público al proteger a sus ciudadanos de enfermedades graves y la muerte; uno de los principales mandatos de los gobiernos»
La afirmación de la profesora Jennifer Ruth Hosek en “The Conversation” podría incurrir en una falacia de generalización apresurada o “hasty generalization”. Dado que es posible que la reticencia a la vacunación sea rara en Cuba, pero no se puede afirmar categóricamente que no existe en absoluto.
Ciertamente la mayoría de los cubanos, como pueblo con pensamiento gregario cuasi homogéneo, no manifiestan los pensamientos conspiranoicos antivacunas, pero esto no significa que no manifiesten temores y dudas respecto a los candidatos actuales contra el COVID-19.
Es falaz atribuir al gobierno cubano una supuesta autoridad científica que no se sustenta en evidencias ni en transparencia. La profesora Hosek no ofrece ninguna fuente ni dato que respalde sus afirmaciones sobre la eficacia y seguridad de las vacunas cubanas, ni sobre el grado de aceptación y confianza de la población en las mismas.
Por el contrario, existen numerosos testimonios y reportes que cuestionan la calidad y el rigor de los ensayos clínicos realizados por las instituciones cubanas, así como la falta de información y consentimiento de los voluntarios y participantes.
Trasmitir la idea de que las políticas y prácticas de COVID-19 en Cuba están “fundamentalmente basadas en la ciencia” es altamente especulativa y sesgada al no tener en cuenta el historial del gobierno cubano en cuanto a cuestiones de salud pública y derechos humanos. Sumado a la evidente falta de transparencia y los informes contradictorios sobre la eficacia de los medicamentos y vacunas producidos en el país.
Asumir así, que el gobierno cubano tiene como “prioridad la protección de la salud y la vida de sus ciudadanos”, se contradice con la propia realidad en la que ha demostrado un profundo desprecio por los derechos humanos y las libertades fundamentales de los mismos.
La profesora Hosek ignora o pretende minimizar el contexto de represión, censura y violencia que vive el pueblo cubano, especialmente desde el estallido social del 11 de julio de 2021, que ha dejado muertos, heridos, detenidos y desaparecidos. Asimismo, pasa por alto las graves deficiencias del sistema de salud cubano, que carece de recursos, medicamentos e insumos básicos para atender a los enfermos de COVID-19 y otras patologías.
Su dañino afán de atribuir al gobierno cubano un supuesto apoyo público masivo basado en la ciencia, cuando en realidad se trata de una imposición autoritaria que no respeta la autonomía ni la voluntad de los ciudadanos. Aun cuando el régimen castrista no ha aclarado su rechazo a participar en la iniciativa COVAX, impulsando al país a una campaña costosa en medio de una profunda crisis económica.
De esa forma la profesora Hosek no reconoce que en Cuba no existe una verdadera democracia ni un estado de derecho que garantice el pluralismo, la participación y el escrutinio público de las decisiones gubernamentales. Por el contrario, el régimen cubano se basa en el control, la coacción y el adoctrinamiento ideológico para mantenerse en el poder.
Además, la afirmación es presentada como un hecho establecido y justificado, lo que sugiere que no hay motivos para cuestionarla. Sin embargo, esta afirmación es falaz ya que no se apoya en hechos concretos ni en datos objetivos, y se encuentra sesgada por la propaganda y la manipulación de la opinión pública.
¿Acaso pensaba en el pueblo el régimen castrista cuando en medio de la crisis en vez de comprar insumos médicos y medicamentos compro al gobierno socialista español armas de fuego y equipamiento antidisturbios?
No le sugiere explícitamente una preocupación por mantener el control político y sofocar cualquier posible disidencia en lugar de invertir en la salud y el bienestar de la población.
¿Pensaba el régimen castrista en el pueblo cubano cuando en medio de la pandemia compró patrullas de policía en vez de ambulancias?
Mostrando una imperdonable falta de priorización de las necesidades del pueblo cubano, especialmente en medio de una pandemia. El transporte público y las ambulancias son fundamentales para garantizar el acceso de la población a la atención médica y a los suministros necesarios para enfrentar la pandemia.
¿O al importar en medio de la pandemia automóviles para renta al turismo internacional en vez de apoyo al transporte público?
Por muy importante que sea el turismo para la economía de Cuba, el acceso al transporte público es fundamental para la movilidad y el acceso a servicios básicos para la población.
Estas falacias revelan una falta de rigor académico y una parcialidad política por parte de la profesora Hosek, que contradicen los principios éticos que deben regir la conducta profesional de los docentes e investigadores. Su escrito para “The Conversation” no es un análisis objetivo ni imparcial de la situación sanitaria y social de Cuba, sino una apología acrítica y sesgada del régimen dictatorial que oprime a los cubanos desde hace más de seis décadas.
No es ad hominem, pero Hosek se presenta como una experta en Cuba y en políticas públicas, pero su formación académica es en literatura y cultura alemana. No tiene ninguna credencial que la avale como una especialista en salud pública, epidemiología o biotecnología. Y sus afirmaciones son especulaciones poco éticas que no se ajustan a la realidad y no están respaldadas por datos objetivos.
Su artículo parece buscar la legitimación de un régimen que no tiene el apoyo ni el consentimiento de su pueblo. Y no es una muestra de rigor académico ni de sensibilidad social, sino de complicidad con una dictadura que lleva más de 60 años oprimiendo a una nación.
Así traduce y utiliza el artículo el medio propagandístico por excelencia y el que considera como fuente principal y más “confiable” del régimen castrista: «Esta confianza popular generalizada se basa en la experiencia vivida»
Por otro lado, como mínimo se ha recurrido a la una falacia de la petición de principio, puesto que la afirmación asume que la “confianza popular” es necesariamente justificada y que la experiencia vivida es forma suficiente en que se puede justificar. Sin embargo, esto es puramente especulativo, y ni siquiera demuestra que realmente exista dicha “confianza popular” o que esta sea necesariamente.
«Incluso los cubanos que son escépticos de su gobierno en otras áreas afirmaron que la única razón para que los expertos médicos cubanos hagan su trabajo es salvar vidas. Por el contrario, muchos hablaron sobre cómo los intereses financieros influyen en la atención médica en otros países, haciéndola potencialmente menos confiable»
El artículo y sus creadores caen aún más bajo cuando en una especie de falacia de falsa dicotomía, ya que sugiere que la única opción es “confiar en los expertos médicos cubanos” o “desconfiar de los expertos médicos en otros países” debido a intereses financieros. Esta dicotomía no reflejar adecuadamente la complejidad de las decisiones que enfrentan las personas al evaluar la confiabilidad de los expertos médicos.
El sistema de salud cubano se vende al mundo galante de ser universal, gratuito y accesible para toda la población. Sin embargo, en las últimas décadas se ha evidenciado un incremento del deterioro progresivo de la calidad y la eficiencia de los servicios de salud. Debido a múltiples factores como la escasez de recursos materiales y humanos, el bajo salario de los trabajadores de la salud, la falta de incentivos y reconocimientos, la corrupción sistémica y el burocratismo, entre otros.
Estas condiciones han generado un fenómeno conocido como “atención medica por la izquierda” una especie de “medicina bajo la mesa“, que consiste en el pago informal o ilegal que realizan algunos pacientes a los médicos o al personal de salud para obtener una mejor atención médica, un acceso más rápido a los servicios o a los recursos escasos, o una mayor comodidad o privacidad en el tratamiento. Este pago puede ser en forma de dinero, bienes materiales o servicios.
No voy a adentrarme, en este artículo, en las denuncias constantes sobre los costos no visibles del sistema de salud cubana y cómo algunos médicos llenan sus consultas, y hasta priorizan a pacientes adinerados o con posibilidades de grandes regalos y favores.
Es éticamente muy cuestionable, pero, de base tiene la misma “justificación social” que todos los robos cometidos al Estado, ese “¿Qué voy a hacer, tengo una familia que alimentar?”, que por demás es cierto, y es otro de los grandes dilemas de nuestra profesión en la isla bajo el régimen.
«Los pagos y los sobornos aseguran la buena atención médica en Cuba»
Pero ese hecho de que algunos médicos cubanos prioricen a unos pacientes sobre otros es éticamente cuestionable y va en contra de los principios de equidad y justicia en la atención médica. Representa un dilema ético en la práctica médica actual, dado que los médicos tienen la responsabilidad de ofrecer atención médica equitativa y justa a todos los pacientes, independientemente de su estatus socioeconómico.
Además, conduce a una injusta distribución de recursos médicos en nuestro caso públicos, y a una atención médica de menor calidad para los pacientes más necesitados y menos privilegiados. Lo que termina por socavar la confianza pública en el sistema de salud y en la integridad de los profesionales de la salud.
«Los médicos cubanos sobreviven con los regalos de los pacientes»
Sin embargo, aunque el fin jamás debe justificar los medios, es una realidad que cuando asumimos que este dilema es un reflejo de la difícil situación económica en Cuba, donde muchos profesionales de la salud luchan para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
Aunque comprendemos la importancia de buscar soluciones que permitan a los médicos cubanos ser remunerados adecuadamente y sin recurrir a prácticas poco éticas. La ausencia de debate transparente y público ha comprometido la ética médica y la moral en general, exponiendo a situaciones riesgosas tanto a médicos como a pacientes.
Este triste fenómeno no solo afecta a la profesión médica o a la enfermería, también a otros profesionales o técnicos de diversos servicios de la salud, como los laboratorios para realizarse estudios complementarios, o los turnos de pruebas complementarias imagenológicas.
«Sin regalos no hay atención médica, la realidad de las consultas en Cuba»
Hace décadas que en uno de sus artículos la Dra Hilda Molina denuncia que el sistema de salud en Cuba cuenta con cuatro niveles diferentes de atención sanitaria. El primer nivel está destinado a los dirigentes y altos funcionarios, sus familiares, amigos y protegidos, quienes reciben servicios superiores a los de la población.
El segundo nivel consiste en la atención a pacientes extranjeros, quienes son atendidos en instituciones lujosas y tienen acceso a medicamentos que no están disponibles para la población en general. El tercer nivel son los servicios privados clandestinos establecidos por especialistas y técnicos en las mismas instituciones estatales, quienes cobran en divisas y sobornos a los nuevos ricos que pueden pagar por ellos.
Finalmente, el cuarto nivel está destinado a la mayoría de la población cubana, que no tiene acceso a divisas y debe conformarse con los servicios de salud públicos, muchas veces insuficientes e ineficaces. Desde su época ya se denunciaba la corrupción que se había infiltrado en el sistema de salud, donde se cobra por debajo de la mesa en divisas, productos, servicios e influencias.
El artículo concluye que en Cuba no se ha garantizado ni igualdad ni equidad en los servicios médicos en los últimos 50 años.
Volviendo al artículo propagandístico, por otra parte, asume y sugiere implícitamente, que los médicos, científicos y demás profesionales carecen de conflictos de intereses financieros, algo que es engañoso y profundamente falaz, ya que todos los expertos (médicos, científicos, profesionales…), sin importar su origen o ubicación, pueden tener potencialmente disímiles conflictos de intereses, incluidos los financieros.
Los conflictos de intereses son reconocidos como una preocupación común en muchos campos, especialmente en la medicina, y los profesionales de estos campos deben abordarlos de manera transparente y adecuada.
Si bien los médicos cubanos pudieran estar menos motivados por intereses financieros debido a las particularidades del sistema de salud cubano, esto no significa que estén completamente libres de conflictos de intereses u otras motivaciones potencialmente cuestionables.
El conflicto de intereses hace referencia a una situación que se produce cuando una persona (empleado o voluntario) o entidad tiene dos o más intereses (personales, comerciales, obligaciones, responsabilidades profesionales o de otro tipo) que pueden entrar en conflicto entre sí. Estos además pueden influir indebidamente en su capacidad para tomar decisiones imparciales o en su comportamiento.
Los conflictos de intereses pueden ser percibidos o reales, y pueden tener un impacto negativo en la confianza en una persona o entidad y en su capacidad para tomar decisiones objetivas e imparciales.
Por ejemplo, un médico que recibe una comisión por recetar un determinado medicamento tiene un conflicto de intereses si esa comisión afecta su capacidad para recetar el medicamento que sea más beneficioso para el paciente.
Lo mismo sucede con las investigaciones. Los conflictos de intereses reales y potenciales deben ser debidamente declarados y tenidos en cuenta para controlarlos evitando en lo posible que terminen influyendo en los resultados.
En regímenes totalitarios socialistas como el castrista, el Estado controla gran parte o la totalidad de la economía y la sociedad, incluyendo la educación y la investigación científica, esto significa que los profesionales, incluidos los académicos y científicos, pueden estar sujetos a una presión política y a la necesidad de complacer al gobierno y sus políticas.
Por lo que se han cuestionado diversos conflictos de intereses, además de los intereses políticos y de la presión del grupo por ideologías o metas ideológicas. Por ejemplo, las limitaciones a la libertad académica tienden a generar conflictos de intereses para los expertos que deben equilibrar las “demandas del estado” con su “propia ética profesional”. Esto limita grandemente su capacidad para investigar y publicar hallazgos de manera objetiva e independiente.
Además, en un régimen totalitario como el castrista, los valores políticos y la ideología del régimen pueden influir en la ética profesional. Por ejemplo, pueden sentir la necesidad de apoyar la política oficial del gobierno, incluso si sus hallazgos científicos no la respaldan. También pueden enfrentar consecuencias si sus investigaciones o publicaciones entran en conflicto con la línea oficial del gobierno.
Ese aspecto lo sufrimos los cubanos durante muchos años en la que la participación en experimentos médicos ocurría sin el consentimiento informado de los pacientes. Estos experimentos pueden tener motivaciones políticas o ideológicas detrás de ellos y pueden dañar la salud y los derechos de los pacientes involucrados.
Y no solo ante estudios de experimentación, por ejemplo, al llegar en el año 2003 a las áreas clínico-quirúrgicas desde las ciencias básicas en mi segundo año de medicina, uno de los choques más grades en lo personal fue la falta de consentimiento informado ante los procederes médicos invasivos incluidas las cirugías. Algo que afortunadamente ha ido mejorando paulatinamente, pero de forma muy deficiente.
Esto no significa que la mayoría de los médicos cubanos desconocieran la importancia del consentimiento informado, pero terminan siguiendo la vorágine de quienes marcan las políticas institucionales que suelen ser administrativos más comprometidos con el cargo directivo que con la ética médica profesional.
Por ejemplo, durante décadas a los pacientes en Cuba se les exigió (obligatorio cumplimiento) aportar una donación de sangre para poder realizar ingresos hospitalarios, o procederes invasivos, como por ejemplo el aborto médico, algo que se considerada como una deshonrosa violación de la ética médica y un gran conflicto de intereses.
En primer lugar, la exigencia de donaciones de sangre puede ser vista como un abuso de poder por parte de los médicos y una forma de coerción, ya que se aprovechan de la necesidad del paciente de recibir atención médica para obtener una donación de sangre.
En segundo lugar, la obligatoriedad de la donación de sangre va en contra de los derechos del paciente y una violación de su autonomía, ya que el paciente se ve obligado a donar sangre para recibir atención médica, en lugar de poder tomar la decisión por sí mismo. Los pacientes deberían tener derecho a recibir atención médica sin ser obligados a realizar ninguna acción que no sea necesaria para su tratamiento, y sin que se les exija hacer pagos o donaciones.
En tercer lugar, también puede ser vista como una forma de pago al Estado por el procedimiento médico, a pesar de que el Estado promueva la idea de que el servicio es gratuito. Esta práctica puede ser una forma encubierta de cobro por servicios médicos que se suponen gratuitos, lo cual puede ser considerado como una violación de los derechos de los pacientes y una falta de transparencia en la gestión del sistema de salud.
Los médicos y demás profesionales cubanos conocían de este antiético actuar frente a dicho dilema médico, pero no tenían ni tienen recursos para enfrentarse al Estado, y aceptaban el argumento falaz de que “era una necesidad de la revolución” y por lo tanto un “sacrificio de todo el pueblo”, en su habitual “el fin justifica los medios del marxismo-leninismo” adoptado a cabalidad por la “revolución socialista castrista” en Cuba.
La pregunta es sobre el apartheid politico que sufren los cubanos, en este caso al no poder entrar a los hoteles de su propio país.
«Alguna gente pudiera estar inconforme por fallas de nuestro gobierno: que no arreglaron la calle, que se fue la luz, que no llegó el agua, que no conseguí empleo, que no me han dado mi casa (…) de todos modos lo que está en juego el 7 de octubre no es si asfaltaron o no la calle, lo que está en juego no es si me han dado la casa o no me la han dado, lo que está en juego no es si yo estoy bravo con los dirigentes regionales… ¡No! Lo que está en juego es mucho más que eso, camaradas. ¡Nos estamos jugando la vida de la patria el 7 de octubre!» — Hugo Rafael Chávez Frías
Sacrificios ejemplificados en este discurso político de Chávez utiliza la retórica de la “revolución” y la “patria” como una forma de distraer a la gente de los problemas reales del país y de su propio fracaso como gobernante.
Es un ejemplo de cómo los líderes políticos destructivos pueden utilizar un lenguaje grandilocuente para motivar a la gente a seguir sus objetivos políticos, a pesar de que estos objetivos pueden no estar alineados con los intereses de la mayoría de la población.
En realidad, es muy probable que los médicos y demás profesionales de la salud desconocían que la exigencia de donaciones de sangre impuestas por el Estado eran para obtener hemoderivados que luego se exportan para obtener ganancias económicas.
Porque la falta de transparencia y la ausencia de libertad de expresión y de información en el sistema de salud cubano hacen difícil que se den a conocer estos detalles a los trabajadores de la salud y a la población en general.
En resumen, aunque se oculten o simplemente no se traten desviando la atención a otros temas supuestamente más importantes, los conflictos de intereses son un problema común en los regímenes totalitarios socialistas como el castrista y deben ser abordados de manera transparente y adecuada para garantizar la integridad y la confianza en el trabajo de los expertos y profesionales.
Es imprescindible que siempre se respeten los derechos de los pacientes y se garantice su autonomía en la toma de decisiones relacionadas con su atención médica. Los pacientes tienen derecho a recibir información completa y comprensible sobre su estado de salud, las opciones de tratamiento disponibles y los riesgos y beneficios de cada opción terapéutica.
Además, deben tener la libertad de aceptar o rechazar cualquier tratamiento propuesto, y no deben ser obligados a someterse a procedimientos sin su consentimiento informado.
He aquí otro de los tantos aspectos en el que no pocos médicos y científicos cubanos han incurrido, en el uso político de la medicina, por la presión del régimen socialista, al utilizar su posición para fines políticos, como la manipulación de estadísticas médicas para mostrar una imagen más favorable del sistema de salud o para ocultar la mala gestión gubernamental.
Un ejemplo claro sería la petición de la “afiliación política y religiosa” y la pertenencia o no a las organizaciones políticas de masa, dentro de los modelos de historia clínica, en la confección de la historia psicosocial.
Los médicos y demás profesionales cubanos incurren en una falta grave de ética médica relacionada con la privacidad y la confidencialidad del paciente. Los pacientes tienen derecho a la privacidad de su información médica y personal, y la exigencia de esta información por parte de los médicos puede ser vista como una forma de discriminación y un intento de control político.
Además, esta práctica puede tener consecuencias negativas para la atención médica de los pacientes, ya que puede generar desconfianza y limitar la comunicación efectiva entre el paciente y el médico. Por lo tanto, los médicos cubanos al exigir este tipo de información están colaborando con el poder político en una forma de coacción, de hacer presión.
Por lo general, esta información no es necesaria para la atención médica del paciente y puede ser utilizada para fines políticos, lo cual puede poner en peligro la seguridad y privacidad del paciente.
O cuando indirectamente, por ejemplo, se sigue la retórica institucionalizada impuesta de no “generar estrés” con terapias no existentes en la isla. Algo que podría verse “correcto” en el sentido práctico, pero en realidad se invisibiliza tratamientos más adecuados disponibles. Este es un dilema que hemos enfrentado en algún momento, prácticamente todos los terapeutas en el Archipiélago kubinskiy (кубинский).
Por un lado, como médicos tenemos el deber y la obligación de actuar en el mejor interés del paciente y proporcionarle toda la información necesaria para que este pueda tomar una decisión informada sobre su tratamiento. Esto incluye explícitamente informar al paciente sobre todas las opciones terapéuticas disponibles, incluso si no están disponibles en la isla.
Por otro lado, como profesionales bajo contrato con el Estado también estamos obligado a cumplir con las leyes y regulaciones muchas veces más “revolucionarias” que éticas, del sistema de salud. Si ciertos tratamientos no están disponibles en la isla debido a restricciones gubernamentales, el terapeuta podría enfrentar consecuencias legales si recomienda o intenta proporcionar ese tratamiento al paciente.
En última instancia, el médico deberá sopesar este dilema ético y decidir qué es lo mejor para el paciente en esas circunstancias específicas. Mientras que en las democracias se podría buscar soluciones alternativas, como remitir al paciente a otro país donde se ofrezca el tratamiento deseado, o incluso trabajar para cambiar las políticas de salud del país para que los pacientes tengan acceso a todas las opciones terapéuticas disponibles.
En Cuba son comisiones ministeriales las encargadas de en algunos pocos casos de tramitar los tratamientos fuera de la isla. Y como “Parlamento” unánimemente falso, la Asamblea Nacional del Poder Popular, jamás ha aprobado ni permite ninguna iniciativa le ley de alguno de sus diputados. Las leyes cubanas todas caen de “arriba”, o sea del Buró Político del PCC.
En definitiva, en Cuba como en otros regímenes socialistas, la centralización del control estatal puede resultar en una falta de acceso a recursos y equipos médicos adecuados para los médicos y científicos, dificultando llevar a cabo investigaciones y tratamientos médicos de calidad.
Esto se debe a que el gobierno es el encargado de proporcionar y distribuir los recursos y equipos médicos, y puede priorizar el uso de estos para otros fines, como ocurren en la práctica y se ha denunciado en la isla, destinándose al desarrollo militar, la seguridad del estado, la policía, o la construcción de infraestructuras turísticas.
La total dependencia del estado para financiar proyectos de investigación y desarrollo es otro de los problemas que enfrentamos en la isla. Como en otros regímenes socialistas, los médicos y científicos dependemos del gobierno para financiar prácticamente todo, lo que no pocas veces lleva a conflictos de intereses si los resultados de la investigación no son consistentes con los intereses del régimen.
No pocas veces hemos recibido un: “no es interés del ministerio” por respuesta ante la petición de salida a eventos internacionales, o a entrada de tecnologías desde el exterior. Muchas veces sin representar gasto alguno para su institución o para el propio MINSAP, puesto que los profesionales cubanos en la mayoría de los casos gestionan con colegas y organizaciones internacionales el costo de sus viajes.
En lo personal fui víctima de la maquinaria burocrática cuando se me dificultó la salida como residente de neurología después de haber ganado una de las dos únicas becas internacionales de la Fundación Carolina a cursar una maestría de neurociencias en España.
Aunque la propia fundación me insistió que otros colegas cubanos lo habían logrado, en su mayoría eran especialistas, muchos de los cuales contaban con mecanismos que no aplicaban a mi estatus de residente de una especialidad.
A pesar de que muchos estudiantes, principalmente dirigentes y/o enchufados “hijos de papá” tenían barra libre de viajes internacionales, a los que se les permitía una licencia estudiantil. Mi perspectiva de ese entonces no era generar comparaciones, ni denunciar para que les quitasen privilegios a otros, sino reclamar los míos, por lo que lo di como una tarea porco fructífera.
Dejé de luchar por ese abusivo “permiso de salida” y ahí perdí la batalla no solo del viaje y cursas el postgrado, sino de denunciar con pruebas los mecanismos diabólicos del sistema castrista en general y del de salud en particular.
«La mayoría de los cubanos confían en la experiencia de su red de servicios de salud densamente tejida e interconectada. “En Cuba, uno puede morir por falta de máquinas o medicamentos especializados, pero no por falta de atención humana especializada”, dijo un encuestado» traducido por Cubadebate, principal medio propagandístico del régimen.
Así continua el artículo propagandístico, con otra afirmación directamente falsa, porque de hecho y a pesar de que la propaganda lo intenta ocultar, existe en Cuba un importante déficit real, no solo de especialistas, sino de profesionales y demás personal de salud.
Por mucho que se intente minimizar, la falta de acceso a recursos y equipos médicos adecuados limita marcadamente la capacidad de los médicos y científicos para llevar a cabo su trabajo de manera efectiva y afectar negativamente la calidad de la atención médica que se proporciona a la población.
Esto lógicamente tiene consecuencias graves para la salud y el bienestar de la población y además continúa el ciclo con una mayor dependencia al Estado para la atención médica. Es cierto que la atención humana especializada es importante y puede marcar una gran diferencia en la atención médica, pero no es suficiente por sí sola.
Es necesario contar con los medios diagnósticos y los tratamientos adecuados para poder brindar una atención médica de calidad y mejorar la salud de los pacientes. Sin estos recursos, los profesionales de la salud pueden estar limitados en su capacidad para proporcionar un diagnóstico preciso y un tratamiento efectivo.
Por lo tanto, la falta de “máquinas o medicamentos especializados” de la que habla minimizando el problema el entrevistado, es una limitación significativa en la atención médica, incluso si hay una red de servicios de salud densamente tejida e interconectada y si los profesionales son altamente capacitados y comprometidos.
«El déficit de médicos se suma a las precariedades de la Salud Pública en Cuba»
Esto no es un efecto del presente que ha resultado de la postpandemia como intentan constantemente hacer ver. Ya desde épocas del Chavismo las instituciones cubanas comenzaron a sufrir un drenaje desmedido de profesionales principalmente hacia Venezuela.
En silencio nuestra población comenzó a sufrir una crisis que dejaría claros estragos en la calidad de la atención médica, en la calidad de la enseñanza de las ciencias médicas, que se fueron acumulando hasta la actualidad.
Me explico, durante décadas el llamado “internado profesionalizante” había sido históricamente ese sexto año y final en la carrera de medicina en el cual te desempeñas prácticamente como un graduado, y adquieres los retoques necesarios para lograr ese “oficio” en el arte de atender personas desde la preconcepción hasta las inmediaciones de la muerte con los cuidados paliativos y el lapidario llenado de los certificados médicos de defunción.
En nuestro año de internado, 2007-2008, fuimos forzados a trabajar como “médicos de familia”, bajo chantajes, a pesar de protestar y declarar abiertamente en contra de la medida. Es así como no solo nos afectaron nuestro proceso de aprendizaje y entrenamiento, sino como nos convirtieron en esclavos asalariados, o, mejor dicho, con un estipendio “mejorado”, pero que no alcanzaba jamás los 25 dólares por mes.
Es así como comencé a atender a una inmensa población del barrio de Jesús María en la Habana vieja, atendida por el consultorio #2, ubicado en Mercedes, entre Picota y Egido perteneciente al “Policlínico Docente Dr. Ángel Arturo Aballí”. La maravillosa acogida de la profesora, la Dra (digamos que María), de quien recuerdo su trato de a igual, su cariño y respeto aun siendo estudiante y su paciencia.
También la forma en que me acogieron los vecinos altamente necesitados, que siempre termina por demostrarte que profesional y humanamente valió la pena. Algo que el régimen siempre intenta tergiversar, y aprovechar políticamente de diferentes formas.

Al menos teóricamente, “el médico de la familia tiene la responsabilidad de velar por la salud de alrededor de 120 familias o 600 hasta 800 personas, desde la infancia hasta la ancianidad. Atiende a estas personas tanto en su consultorio como en visitas a las casas”, según el “Programa de trabajo del médico y enfermera de la familia, el policlínico y el hospital. La Habana, MINSAP, 1988”.
Al parecer tomado del primer experimento iniciado en 1984 en el Policlínico de Lawton, del municipio “10 de octubre” en La Habana. Donde comenzaron con diez dúos de médicos y enfermeras, lo que sería el primer modelo cubano de medicina familiar (“Plan del Médico de las 120 Familias”) que funcionaban prácticamente como como equipos médicos personales gracias a la relativamente pequeña carga de pacientes otorgadas.
Pero no fue hasta el año 1987 cuando comenzaron a graduarse los primeros especialistas en la llamada “Medicina General Integral”, otro eufemismo “revolucionario” para no utilizar los nombres ya conocidos y ampliamente definidos relacionados con la atención primaria de salud.
Es curioso como la retórica castrista y su apoderamiento de la historia mediante el “Leviatán Revolucionario” terminan generando una especie de sensación de que el modelo de “Atención Primaria de Salud” hubiera sido inventado por el mesías de la moringa, comandante de la olla reina Fidel Castro Ruz. Cuando esa historia se había fraguado muchas décadas atrás. Eso sin restarle el más mínimo valor a los aportes que se pudieron haber vivido en el modelo cubano.
Por desapercibido parece haber pasado que este “modelo cubano” de atención medica comunitaria como todo bien económico, se sustentaba en la “hermandad cubano-soviética” (neocolonialismo soviético) de la cual destinó un gran porcentaje a la “exportación de la revolución socialista castrista”. El excedente no producido, del que tanto vociferan los “sociolistos” era la piedra angular de lo que representa en “buen cubano” la frase canaria “tirarse el pedo más alto que el culo”.
Llama la atención que en democracia se habla mucho de la “compra de voluntades” una práctica que consiste en ofrecer incentivos o beneficios materiales o económicos a una persona para que actúe de cierta manera o para que vote por un candidato político específico.
Esta práctica es considerada inmoral y éticamente cuestionable, ya que busca influir en la voluntad de las personas a través de medios que no están relacionados con la argumentación política o la persuasión ideológica, sino con el intercambio de bienes materiales.
Además, la “compra de voluntades” puede ser ilegal y se castiga como un delito electoral, en muchos contextos políticos y electorales, ya que implica el uso de recursos públicos o privados para obtener un beneficio político personal o para un partido político en particular y se considera una forma de corrupción que viola los principios de igualdad y transparencia en las elecciones.
Pero otorgar beneficios materiales a los médicos, como un hogar (en medio de una perene y profunda crisis de la vivienda), regalarles automóvil cuando el más del 99% de la población carece de ellos, es una forma en la que el castrismo compró las voluntades de los médicos dirigidos a los consultorios de familia.
Al recibir estos beneficios, los médicos pueden sentirse en deuda con el Estado y, por lo tanto, estar más dispuestos a cumplir con sus obligaciones y directrices, incluso si van en contra de la ética médica, de su moral.
Asimismo, estos beneficios pueden servir como un incentivo para que los médicos acepten trabajar en áreas remotas o en condiciones difíciles, lo que a su vez ayuda al Estado a cumplir sus objetivos políticos más que los de la atención médica. Lo que puede tener un impacto negativo en la calidad de la atención médica y en la integridad ética de los médicos.
Recordemos que la principal diferencia entre otorgar beneficios económicos o materiales y otorgar un salario es que el primero puede ser visto como una forma de coacción o compra de voluntades, ya que se otorga algo que va más allá del pago justo por un trabajo. Mientras que un salario se otorga como remuneración por el trabajo realizado y se espera que sea justo y adecuado a las tareas y responsabilidades de la persona.
Igualmente, un salario es una obligación legal y contractual del empleador con el empleado, mientras que la entrega de bienes materiales puede no tener una base legal clara y puede ser vista como una forma de presión indebida. Indudablemente al Estado le es más rentable tener esclavos asalariados, con estímulos pendientes a criterios subjetivos, que pagar acorde al trabajo realizado.
Por otro lado, es posible que esa práctica de “compra de voluntades” a los médicos que trabajan en consultorios de familia pueda discriminar a otros profesionales de la salud y a médicos de otras especialidades que no reciben estos mismos beneficios. A la par que podría perpetuar una jerarquía dentro del sistema de salud donde se valora más el trabajo en los consultorios de familia en comparación con otras áreas de la medicina.
Esto puede crear tensiones y desequilibrios en el sistema de salud. Por lo que en general, es importante que los sistemas de salud sean equitativos y justos para todos los profesionales de la salud, independientemente de su especialidad o lugar de trabajo.
La entrega de beneficios materiales a un grupo específico de trabajadores es y ha sido una forma de discriminación y de compra de voluntades, con impacto negativo en la calidad y la integridad ética en general.
Además, es importante que los incentivos y los beneficios se otorguen en función de la calidad y la eficacia del trabajo realizado, en lugar de favorecer a un grupo específico de trabajadores en detrimento de otros. Como es el caso de los trabajadores de las FAR. y del MININT. Siendo los más beneficiados como órganos represivos para garantizar la supuesta “lealtad”.
Comprando voluntades como único sabe hacer el socialismo “voluntatorio”, llegamos a la década de los 80 en la que se vivió una situación en la que los niveles de vida y de salud eran paradójicamente altos en comparación con la producción del país.
Lo que se debió en gran parte al apoyo económico y financiero que la Unión Soviética brindó a Cuba en ese periodo. Permitiendo que el régimen cubano pudiera invertir una porción en políticas públicas, incluyendo la atención sanitaria y la educación, y proveer a la población de bienes y servicios básicos.
Sin embargo, cuando la Unión Soviética se derrumbó en 1991, la economía cubana se enfrentó a una grave crisis, lo que ha tenido importantes consecuencias en la calidad de vida y salud de la población. Y terminamos sufriendo el Holodomor cubano consecuencia principal de las decisiones políticas del castrismo.
La historia demuestra innegablemente que la política económica castrista prioriza el mantenimiento del poder a corto plazo mediante la compra de voluntades y el despilfarro populista de recursos, en lugar de invertir en el desarrollo sostenible del país a largo plazo.
«Los cubanos estamos inundados en números. Números de supuestas cosechas que nunca vemos aparecer en nuestros refrigeradores, un supuesto bienestar que nunca llega a nuestras casas… Más que conocer estadísticas fiables, queremos resultados reales y palpables, beneficios y posibilidades» —Yoani Sánchez
«En algunos hospitales cubanos muere más gente por falta de comida que por enfermedad»
La prioridad del régimen ha sido mantener el control político y social del país, incluso a costa del bienestar y las necesidades básicas de la población. Como señala Yoani Sánchez, es necesario que se traduzcan las estadísticas y los números propagandísticos en resultados reales y palpables para la población.
En lugar de invertir en el desarrollo sostenible del país, el gobierno ha dependido en gran medida de la ayuda económica y la cooperación de otros países, especialmente de la Unión Soviética durante la Guerra Fría y más recientemente de Venezuela. El colapso de la Unión Soviética y la crisis económica en Venezuela han afectado significativamente la economía cubana y han evidenciado la necesidad de un cambio en la política económica.
Para ese entonces (en el que Yoani hablaba al ABC), me incorporé como médico no graduado (6to años de universidad) al consultorio. El déficit de médicos de familia era abismal puesto que desde el año 2000 habían estado saliendo miles de médicos cubanos a Venezuela. A tal punto que se vieron obligados a reestructurar el sistema de atención primaria, y el propio ministerio de salud.
La población oficial atendida por dicho consultorio era de unas mil personas, pero en la realidad sobrepasaban ampliamente las mil. Existía un gran subregistro en cuanto a los familiares declarados viviendo “legalmente” y los que estaban supuestamente de “transito”.
Aunque había estado en contacto con la población desde los primeros años de la carrera, y había vivido el deterioro de todo tipo de las condiciones de vida. Jamás las había observado desde la madurez personal, y el pensamiento como médico responsable de la salud de sus pacientes.
Si unos años antes había quedado prácticamente en shock, delante de un “solar” de Malecón, oculto tras la fachada de azulejos sostenida por palos, que debió ser hermosísima. Traspasando la inverosímil fachada, quedabas ante el laberinto de minotauro de la pobreza enterrada, trozos de escaleras tambaleantes, para arribar a pisos de cartón tabla sobre ancestros oxidados de vigas.
Lo atravesaba un estrecho pasillo central amurallado por cartones y nylon como entradas a cuarterías, con un único espacio al final del pasillo semi privado y sin techo al que nombraban el baño colectivo.

«Combaten en Cuba el déficit de fármacos con la terapia floral»
También había sufrido al ver abuelos amarrados en sus habitáculos, confinados a cuartos donde solo cabía la cama y la silla de las necesidades fisiológicas. No pocas veces cuidados por no familiares interesados principalmente en sus viviendas.
Pacientes que padecían trastornos mentales recluidos en patios interiores, desnudos, poco aseados. Puñaladas entre familiares y amigos. Pero todo lo había sufrido siempre desde la perspectiva de la “no responsabilidad” del estudiante, y aunque la imagen queda tatuada, el supuesto y dañino aliento de que “alguien se está encargando” del asunto que consuela parcialmente.
«Cuba ha producido 65.000 médicos. Lamentablemente, junto a esta estructura médica, hay una casi total carencia de medicinas, equipos y material» — Carlos Alberto Montaner (2008)
Esta vez me tocó atender a embarazadas, dentro de ellas a una que su casa estaba en peligro de derrumbe inminente, una de las pocas, o la única que aún se resistía al ingreso obligatorio al que muchas son forzadas. Que forma parte de la violencia obstétrica generalizada dentro sistema de salud cubano.
Me removieron la consciencia y la vida, madres que ponían a prostituir a sus hijas menores de edad, cuya única evidencia al parecer eran las Infecciones de Transmisión Sexual y algunos malos ojos del barrio.
Reclusos bajo libertad condicional y exreclusos pidiendo certificados médicos para evadir al jefe de sector de la PNR. Todos bajo mi responsabilidad, y por cada pregunta que yo hacía, me llovían más interrogantes, entre carcajadas irónicas, y críticas satíricas.
El deterioro de la ciudad, de la higiene y los niveles de insalubridad eran chocantes, comparados con otros barrios de algunos otros municipios, pero en general por toda La Habana se veían ya zonas similares.
La carencia de médicos no era solo en sector de la atención primaria, sino que para prácticamente todas las especialidades a lo largo y ancho de toda la isla. «Sin acceso a pruebas de cardiología población de Ranchuelo»
El déficit de profesionales era difícil de ocultar, desde que nos convertimos en la forma de pago, la moneda de cambio, los esclavos asalariados sobreviviendo entre el castrismo y el chavismo. «Chávez y Venezuela nos brindaron toda la solidaridad en pleno Período Especial, y nosotros les brindamos la nuestra» — Fidel Castro (2009).
Los colegas venezolanos denunciaban que estaban ganando menos que los cubanos y estos, quedándose solo con menos del 3% de los salarios otorgados directamente al régimen según los escasos datos que por algún desliz eran dados a conocer.
Esa era solo la punta del iceberg en los tiempos del documental en el que Michael Moore, decidió ignorar al pueblo de Cuba. Quizás para él y para los que como Bernie Sanders, deciden mostrar no solo un único lado del pastel, sino su mejor cara maquillada. Dejando en la oscuridad del silencio cómplice a todo el pueblo de a pie, incluidos sus presos políticos. «Recuerden a los médicos cubanos presos (políticos) en este Fin de Año» — Dr. Eloy A. González, Fort Worth, TX.
La propaganda de esos años fue especialmente brutal en los EEUU. a tal punto que pareciera coordinada.
Mientras escribo, debo actualizarles en que solo hemos ido empeorando dramáticamente, excepto en que ha ocurrido un impresionante 11 de julio de 2021 donde por primera vez los cubanos se han lanzado masivamente a la calle en contra del castrismo y por la libertad. Pero desde el punto de vista de la salud publica vamos de mal en peor.
El país continúa llenándose de hoteles de la casta y su oligarquía, mientras se hunden otras inversiones: «Datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba dan cuenta de la disminución en 148 millones de pesos de inversiones en Salud Pública y Asistencia Social entre 2016 y 2020, aun cuando los ingresos totales de ese sector en el mismo periodo aumentaron de 6507,7 a más de 9000 millones anuales. Esto significa que en 2020, por ejemplo, el Gobierno cubano invirtió menos del 1% en Salud Pública y Asistencia Social. En 2021, pese a que las inversiones excedieron los 1000 millones de pesos ―en el contexto de la pandemia de COVID-19― apenas constituyeron el 1,7% de los ingresos.»
Aquel entonces la propaganda nacional hacia alarde de sus supuestos logros respecto a los años anteriores al 1959, pero como bumerán la repercusión de las mentiras que tapan desastres la lamentarían pacientes y familiares de un sistema en franca necrosis.
«La pseudorrepública dejó a su paso un estigma de abominación que alimentó el sensacionalismo en la prensa de la época. Títulos como “Horrores en Mazorra” o “Infierno entre paredes”, anzuelo perfecto para los voceadores de periódicos, penden hoy como propaganda obsoleta en el museo de la institución. Del período revolucionario emergen más evidencias que las numerables en un artículo, pues abarcan cincuenta años de atención esmerada a personas con trastornos mentales, bajo estricto seguimiento de patrones humanistas y de un alto rigor científico» El infierno de antes. Granma. La Habana, domingo 11 de enero de 2009
A menos de un año de esa soberbia propagandística, recorrieron las pantallas de casi toda la isla, lo que llegaron a ser más de trescientas fotos, sobre uno de los hechos más trágicos que se conozcan de los hospitales cubanos prepandemia.
Las imágenes hasta para los profesionales de la salud eran de una elocuencia del maltrato, el abandono, la falta de todo humanismo tal que dolían en bucles perennes de eternidad. Esta vez el número de pacientes, el lugar, y las patologías psiquiátricas les conferían más vulnerabilidad y dependencias, lo que hace más doloroso la prevenible tragedia.
Como es costumbre, después de un bullicioso silencio sepulcral, el régimen decidió confirmar y dar la cara a su manera hipócrita y vil, sin asumir responsabilidades. Los títeres de las noticias ya tenían permiso para decir lo que se les dictara desde arriba, y de ahí el corta y pega que haga bastante ruido.
Lloviendo sobre mojado, siempre han sido los tiempos venideros para nuestra ciudad, nuestra isla y nuestro pueblo, de derrumbes silenciosos, en silenciosos derrumbes hasta que grita la tragedia, para volver a la complicidad del silencio.
Otras muertes prevenibles, publicadas y no publicadas, continúan sucediendo, y los tristes eventos ocurridos en el Hospital Psiquiátrico de la Habana “Mazorra” dolorosamente se repetían en el hospital psiquiátrico holguinero.
La luz de nuestros días podría estar precisamente en volver a la verdad, a la cual recurren las continuas denuncias al régimen a nuestra situación actual. Algo que lleva haciendo cada vez mejor la prensa independiente desde dentro y fuera de la isla.
Desde siempre ha habido quienes no se dejan obnubilar por propagandas, quienes han decidido salirse de dicha obnubilación poniendo pensamiento crítico en el asunto para descubrir la verdad detrás del telón ilusorio que el régimen castrista proyecta.
Indudablemente el desastre de enfrentamiento a la pandemia del COVID-19, por SARSCov-2, por parte del régimen marcó un antes y un después, esto por desgracia, puesto que ningún pueblo merecía padecer así la pandemia. «‘Ingresan para morir’: el coronavirus muestra las fallas del sistema de salud cubano»
Esta vergüenza de eslogan comunista se esparce por internet: «Cuba tiene el mejor sistema de atención médica en toda el área”, según Angela Davis, “y en muchos aspectos mucho mejor que Estados Unidos”» —Angela Davis on Cuba, Fidel Castro and the U.S Embargo. Jul 19, 2021
Como todo mito al fin, han ido uno a uno cayendo, bajo la piedra del criminal en jefe: «Afirmaciones como estas han aparecido en cientos de documentales, artículos de periódicos y reportajes de revistas a lo largo de los años en los que se celebra la supuesta maravilla del sistema de salud de Cuba. Es un testimonio de la efectividad del aparato de propaganda del régimen de Castro que este mito, tan profundamente en desacuerdo con la realidad, haya persistido durante tanto tiempo» —The Myth of Cuban Health Care. @reason
La propagación de esta afirmación en medio de la tragedia del colapso del sistema de salud en Cuba muestra una falta de empatía y consideración hacia los cubanos que estaban sufriendo y luchando por obtener atención médica adecuada en un momento de crisis.
En lugar de reconocer las limitaciones y deficiencias del sistema de salud cubano, la propaganda de esta autoproclamada afromarxista parece estar más interesada en perpetuar una narrativa falsa y glorificar al régimen de Castro.
«Pacientes sufren largas listas de espera para acceder a un quirófano en Cuba»
Desde una perspectiva ética, la propaganda marxista de Angela Davis en la que defiende el sistema de salud cubano sin reconocer sus limitaciones y deficiencias también puede ser vista como una forma de manipulación y engaño hacia aquellos que confían en su información para tomar decisiones informadas sobre su propia salud y bienestar.
En vez de ser honestos y transparentes sobre las debilidades del sistema de salud cubano, la propaganda comunista parece estar más interesada en promover una agenda política y mantener el control del poder.
«The great enemy of truth is very often not the lie–deliberate, contrived and dishonest–but the myth, persistent, persuasive and unrealistic» — John F. Kennedy
«El gran enemigo de la verdad a menudo no es la mentira, deliberada, artificial y deshonesta, sino el mito, persistente, persuasivo y poco realista» — John F. Kennedy


Es inimaginable la repercusión y el daño de la propaganda izquierdista (socialista-comunista) sobre las personas en democracias. Y de como un pueblo altruista, con grandes costumbres filantrópicas termina siendo persuadido por una banda de mediocres pseudointelectuales, que fuera de la bazofia propagandística, nada aportan la salud humana, ni personal ni colectiva.
La propaganda política puede tener un gran impacto en la percepción pública y en las creencias de las personas. Si no se evalúa críticamente, puede llevar a la aceptación de ideas y políticas que no son necesariamente beneficiosas para la sociedad en su conjunto. Es importante que los ciudadanos se eduquen y estén informados sobre diferentes perspectivas políticas y que puedan evaluar críticamente la información que reciben.
«CHICAGO [18 de junio de 2019] — En medio de un clima complejo para las donaciones benéficas, individuos, legados, fundaciones y corporaciones estadounidenses donaron un estimado de $427.71 mil millones a organizaciones benéficas de EE. UU. en 2018, según Giving USA 2019: Informe anual sobre filantropía para el año 2018»
La sociedad estadounidense tiene una larga tradición y cultura filantrópica que se remonta a los orígenes de la nación, cuando los colonos se ayudaban mutuamente a sobrevivir en un entorno hostil. Desde entonces, la filantropía ha evolucionado y se ha diversificado, abarcando diversas formas de donación, voluntariado y activismo social.
La filantropía estadounidense es una tradición que se remonta a los siglos pasados, cuando personas como Andrew Carnegie, John D. Rockefeller o Henry Ford usaron sus fortunas para apoyar causas sociales, educativas, culturales y científicas.
La filantropía estadounidense se caracteriza por su espíritu innovador, su pragmatismo y su compromiso con el bien común. También refleja la diversidad y pluralidad de la sociedad, así como los valores democráticos y el respeto por los derechos humanos.
A lo largo de la historia, los estadounidenses han creado y financiado una amplia variedad de organizaciones y causas filantrópicas, desde las organizaciones religiosas hasta las caridades para la investigación médica y la ayuda humanitaria.
Además, los estadounidenses tienen una larga tradición de voluntariado y servicio comunitario. La participación en organizaciones de voluntariado, como los Boy Scouts o los Girl Scouts, es una parte común de la experiencia de crecer en los Estados Unidos. Muchas personas también realizan trabajo voluntario en hospitales, hogares de ancianos, comedores populares y otras organizaciones sin fines de lucro.
En cuanto a la donación de dinero, los estadounidenses son uno de los pueblos más generosos del mundo. Muchos estadounidenses también donan a organizaciones internacionales para ayudar en situaciones de emergencia, desastres naturales y crisis humanitarias en todo el mundo.
Solo para tener otra mínima idea, por detrás de Alemania (como nación) con un aporte del 17.13%, le siguen la fundación “Bill & Melinda Gates” aportando un 9.49%; y el Gobierno de los EEUU 7.15% de la financiación de la OMS.

La filantropía en Estados Unidos no se restringe únicamente a multimillonarios como Bill Gates o Warren Buffett, quienes han establecido fundaciones para respaldar causas relacionadas con la salud, la educación o el medio ambiente. O la iniciativa de Mark Zuckerberg y Priscilla Chan, que aportaron 3.000 millones de dólares para ayudar a curar, prevenir o manejar todas las enfermedades para fines del siglo XXI.
Según el informe Giving USA 2022, el 69% de las donaciones provienen de individuos, el 19% de fundaciones, el 9% de corporaciones y el 3% de legados. Además, en 2019, el 63% de los hogares estadounidenses realizaron donaciones monetarias a organizaciones benéficas.
La filantropía implica la acción de brindar apoyo económico, bienes o servicios a una causa social sin esperar recibir algo a cambio. Según el informe mencionado, en 2021 los ciudadanos estadounidenses superaron la cifra de los 480.000 millones de dólares donados, principalmente a organizaciones benéficas, lo que representa un aumento del 5,1% con respecto al año anterior.
Esta cifra equivale al 2,1% del Producto Interno Bruto (PIB) del país y supera significativamente el gasto público destinado a la ayuda al desarrollo, que fue de 34.600 millones de dólares en 2020.
La cultura de la filantropía se fundamenta en valores como la generosidad, la solidaridad, la responsabilidad y la libertad. Los ciudadanos estadounidenses consideran que tienen una obligación moral de ayudar a los demás, especialmente a aquellos en mayor necesidad, y tienen la libertad de elegir a qué causas destinar sus recursos. Esto se refleja en el lema “giving back“, que implica devolver a la sociedad una parte de lo recibido.
La filantropía conlleva beneficios tanto sociales como económicos. Por un lado, fomenta la participación ciudadana, el pluralismo y la innovación social. Las organizaciones benéficas desempeñan un papel fundamental al proporcionar servicios públicos, abogar por los derechos humanos, fomentar la cultura y el arte, y abordar problemas sociales complejos.
Por otro lado, estimula el crecimiento económico, la creación de empleo y la competitividad. Estas organizaciones generan ingresos, pagan impuestos y contratan personal. Según datos de 2017, el sector sin ánimo de lucro empleaba a 12,3 millones de personas en Estados Unidos, lo que representa el 10% del empleo privado.
La crítica a la sociedad estadounidense por parte de la izquierda internacional es un ejemplo de la hipocresía y el doble rasero que caracterizan a muchos de los que se autoproclaman defensores de los derechos humanos y la democracia.
Estos críticos ignoran o minimizan la importancia de la cultura filantrópica que existe en Estados Unidos, y que ha contribuido a crear una sociedad civil fuerte, diversa y comprometida con el bien común.
La izquierda internacional debería reconocer y valorar la cultura filantrópica estadounidense, en lugar de criticarla con prejuicios e ignorancia. La filantropía no es una forma de lavar la imagen o evadir impuestos, sino una expresión genuina de altruismo y compromiso social.
La filantropía no es una amenaza para el Estado o la democracia, como la trata el castrismo y el totalitarismo en general, sino un complemento necesario y legítimo. La filantropía no es un privilegio de unos pocos, sino un derecho y una responsabilidad agradable de todos.
¿Por qué el régimen castrista continúa sin permitir la creación de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), ni las de ayuda humanitaria a los cubanos?
En este artículo, he compartido mi opinión sobre la situación de mi país, Cuba, en especial el sistema de salud, y el papel que ha jugado los medios estadounidenses en su historia reciente.
Expreso aquí mi deber de alertar a las sociedades democráticas, como la gran democracia americana, sobre el apoyo que reciben la dictadura militar castrista como eco a las propagandas del régimen en algunos ingenuos y no tan ingenuos que pretenden importarla a las sociedades en democracia.
No dejarse engañar por las mentiras de la narrativa distópica del castrismo, que solo busca perpetuarse en el poder a costa del sufrimiento de los cubanos. Y ejercer subversión politico ideológica anticapitalista en los sistemas democráticos.
Esta narrativa pro-castrista y anticapitalista no solo es falsa, sino también dañina. Por un lado, perjudica a los cubanos que viven en la isla, ya que contribuye a perpetuar el régimen así les niega el derecho a una salud digna y les impone un sistema político que les oprime y les impide prosperar.
Por otro lado, engaña a los ciudadanos de las democracias occidentales, ya que les presenta una imagen distorsionada de Cuba y les hace creer que el socialismo es una alternativa viable al capitalismo. Además, esta narrativa es financiada en parte por los impuestos de estos ciudadanos, lo que representa una contradicción y una injusticia.
Por eso, es importante desmontar esta narrativa pro-castrista y anticapitalista, y denunciar a las organizaciones que la promueven. Estas organizaciones son cómplices del régimen castrista y sus violaciones a los derechos humanos. También son responsables de malgastar el dinero público de los contribuyentes de las democracias occidentales, que debería destinarse a fines más nobles y productivos.
Por otro lado, a pesar de su atractivo para muchos sectores de las sociedades en democracia, el storytelling socialista tiene un costo que no siempre se reconoce. La demonización del capitalismo y la exaltación del líder han llevado a la creación de regímenes autoritarios y represivos en varios países de la región.
Recordemos que la retórica antiimperialista ha sido utilizada para justificar la violencia y la intolerancia hacia aquellos que piensan diferente. Y que, en última instancia, el costo del storytelling socialista es la pérdida de libertades individuales y la imposición de un pensamiento único y dogmático.
La lección que debemos aprender es que la política y la cultura están inevitablemente interconectadas, y que debemos ser críticos y reflexivos sobre las historias que nos cuentan.
¡Contribuyentes del mundo uníos! No permitamos que nuestro dinero se use para financiar el castrismo y su propaganda. Exijamos transparencia y rendición de cuentas a las organizaciones que reciben fondos públicos. Defendamos la libertad y la democracia en Cuba y en el mundo.
Gracias una vez más y los invito a continuar con: ¡Clara-mente, nada es como suena…! referido a la realidad oculta de la industria farmacéutica cubana.
*(criminal, ministro del Ministerio Imperial para la Ilustración Popular y Propaganda Nazi (en alemán: Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda)
PD: Es posible interpretar la frase “¡Contribuyentes del mundo uníos! Ecos del castrismo en tierra democráticas o ese storytelling socialista que pagan los capitalistas” como una crítica hacia la difusión de la ideología socialista en países democráticos a través de la propaganda y el “storytelling” (narrativa) socialista, que es financiado por algunos sectores capitalistas.
La frase “¡Contribuyentes del mundo uníos!” juega con la conocida consigna del socialismo “Trabajadores del mundo, ¡uníos!”, sugiriendo que los ciudadanos de todo el mundo, incluyendo aquellos que contribuyen con sus impuestos a sus respectivos gobiernos, deberían estar más atentos a cómo se utilizan esos recursos en la política exterior y a apoyar la lucha por la libertad y los derechos humanos en Cuba.
Este mensaje sugiere que los “ecos del castrismo“, es decir, la propaganda y la narrativa que defienden el sistema político y social de Cuba, han llegado a tierras democráticas, lo que puede interpretarse como una crítica a la falta de conocimiento o interés por parte de la sociedad en general para investigar y comprender lo que realmente está sucediendo en Cuba.
A su vez, el término “ecos del castrismo” hace referencia a una advertencia sobre cómo la propaganda socialista puede infiltrarse en sociedades democráticas. Así como a la influencia que ha tenido el régimen comunista cubano en la propagación de la ideología socialista en otros países, a pesar de que en la propia isla con modelo socialista no ha logrado un sistema efectivo y próspero.
Por último, la expresión “ese storytelling socialista que pagan los capitalistas” hace referencia a la idea de que algunas empresas o personas en los países capitalistas, al invertir o hacer negocios con el régimen cubano, pueden estar contribuyendo indirectamente a la difusión de la propaganda socialista y a la perpetuación del sistema político represivo en Cuba.
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